Estudios han comprobado que escuchar música de Mozart
nos hace (brevemente) más inteligentes, pero no es el único tipo de
música que estimula respuestas cognitivas mejoradas.
Todos hemos oído que escuchar música
clásica nos brinda una inteligencia superior, y que el efecto
estimulante se multiplica cuando bebés la escuchan. En la década de los
noventa se popularizó la teoría de que escuchar Mozart incrementaba la
inteligencia de los bebés que la escuchaban. Salieron a la venta
productos que facilitaban este proceso así como artefactos que permitían
que fetos escucharan música.
Tiene sentido, no es tan difícil
imaginar que al escuchar la música de un genio abriremos de alguna
manera un espacio nuevo en nuestras mentes para almacenar conocimientos.
La popularización del efecto Mozart no requiere demasiados argumentos,
sin embargo en la década de los noventa, los tenía. Había un estudio,
conducido por la Universidad de California Irvine, que probaba que
escuchar música de Mozart ayudaba a mejor las habilidades cognitivas de
las personas. El problema con la publicación original del estudio es que
se popularizo y sobre-interpretó; el “efecto Mozart” como tal, no se
menciona, los participantes eran adultos y además no fue un estudio muy
minucioso ya que solo contaba con 36 universitarios como participantes.
El experimento demostraba que
estudiantes que escuchaban música de Mozart cumplían de mejor manera
tareas donde tenían que imaginar formas y por unos 15 minutos después
eran mejores en pruebas donde tenían que predecir la forma que tomaría
un papel doblado una vez desdoblado. Básicamente probando que el efecto
rara vez duraba más de un cuarto de hora, no toda una vida.
De cualquier manera las personas
empezaron a especular en cuanto a qué era exactamente en la música de
Mozart que causaba este efecto. Siguiendo esa línea de investigación
muchos estudios empezaron a comprobar que no era solamente la música de
Mozart la que estimulaba al cerebro, sino también la de Schubert, y
lecturas de novelas de Stephen King, sugiriendo que no era la música lo
que estimulaba pero el interés y atención prestada.
La mayoría de los estudios anteriores
solo experimentaban los efectos en el cerebro adulto y no fue hasta el
2006 que una investigación Británica estudió el efecto de la música en
ocho mil niños. Tenían que escuchar diez minutos de Mozart o una
secuencia de tres canciones del grupo Blur “Country House,” “Return of
the Mack,” y “Stepping Stone” de PJ and Duncan. Sorprendentemente a los
niños que escuchaban las canciones Pop les iba mejor en las pruebas que
aquellos que escuchaban Mozart. Probando que la preferencia personal
podría influenciar de alguna manera.
Escuchar a Mozart o música Pop no hará a
sus hijos más inteligentes, pero tampoco les hará daño y quizá inicien
un romance con el arte de la música. Sin embargo sí existe una manera de
mejorar las habilidades cognitivas a través de la música y es aprender a
tocar un instrumento musical. Jessica Grahn, de la Western University
in London, Ontario, explica que un año de clases de piano,
complementadas por práctica regular puede incrementar el IQ por hasta
tres puntos.
Escuchen música por amor al arte, no
porque sientan que es una herramienta que los dotará con una mente
brillante de la noche a la mañana. Los dejamos con el concierto de
piano número 27 de Wolfgang Amadeus Mozart:
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