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17 abr 2016

5 grandes científicas de la antigüedad que el patriarcado no pudo borrar de la historia

Las contribuciones de las mujeres a la ciencia no son pocas ni recientes. A pesar de que muchas hayan tenido que enfrentar los prejuicios que dominaban  su época y las mantenían al margen de la educación, han llegado hasta nuestros días testimonios de la vida, obra e inteligencia de algunas de ellas.   Estas son 5 científicas de la antigüedad de las que seguramente no te hablaron en la escuela.  
1. Hipatia de Alejandría
 
Se estima que esta filósofa neoplatónica nació entre finales del siglo IV y principios del siglo V  en Alejandría, Egipto. Una ciudad que en ese entonces se encontraba ocupada por los griegos.  Debido a su notoria inteligencia su padre, un conocido matemático, astrónomo y filósofo de nombre Teón, decidió enseñarle su oficio y le inculcó el amor por la ciencia. Ella llevó una vida ascética dedicada al conocimiento, destacó en las matemáticas y escribió varios tratados sobre geometría y álgebra. También logró avances en el campo de la astronomía, inventando el densímetro y mejorando el diseño del astrolabio.  Desafortunadamente su trabajo se perdió en el incendio de la biblioteca de Alejandría pero todas las fuentes coinciden en su genio, dedicación y ética intachable. Como testimonio de su agudeza y disciplina mental podemos citar las siguientes palabras:  “Conserva celosamente tu derecho a reflexionar, porque incluso el hecho de pensar erróneamente es mejor que no pensar en absoluto”. 
2. Merit Ptah

 
 
La figura de esta mujer que llegó a ser la médico de cabecera en la corte del faraón alrededor del siglo 28 antes de la era común,  puede ser observada en una tumba localizada en una necrópolis cercana a la pirámide de Saqqara en Egipto.  Es la primer galena cuyo nombre conocemos,  a pesar de que en dicha época las mujeres con frecuencia se convertían en doctoras  y parteras. 
3. Artemisa II de Caria
 
Fue una botanista e investigadora médica  que vivió en el siglo IV antes de la era común. Ella fue la responsable del descubrimiento de una variedad de usos de la planta artemisia vulgaris también conocida como  hierba de San Juan. Dicha planta puede incrementar la irrigación sanguínea en el útero y la zona pélvica, por lo cual es útil para reducir los cólicos menstruales, lograr la expulsión de la placenta, evitar que se malogre un embarazo y también inducir un aborto. Además de ayudar a combatir los efectos de la fatiga, el estrés y prevenir infecciones. 
4. Agnodice
 
Esta mujer originaria de Atenas y contemporánea de Artemisa es probablemente la primera ginecóloga conocida. El índice de mujeres que morían durante el parto y el sufrimiento con el que lo enfrentaban motivó a Agnodice a estudiar medicina. Aunque para lograrlo tuvo que hacerse pasar por hombre. Consciente de que el castigo para cualquier mujer que osara practicar la medicina era la pena de muerte, se marchó a Alejandría donde estudió bajo la tutela de Herófilo, un celebre anatomista de la época. Aunque tras obtener su formación como ginecóloga y obstetra continuó utilizando ropas de hombre para hacer sus visitas médicas eventualmente se descubrió su verdadera identidad. Lo cual la hizo muy popular entre las pacientes quienes se sentían cómodas solicitando su ayuda en sus partos. Esta popularidad la hizo blanco de envidias y enemigos, quienes la acusaron de practicar la medicina ilegalmente. Agnodice tuvo que enfrentar un juicio y hubiera recibido la pena de muerte de no ser por la intervención de las mujeres de Atenas, que testificaron a su favor. Como resultado se aprobó una nueva ley que permitió  a las mujeres adquirir formación médica.  
5. Aglaonice de Tesalia
 
Vivió entre el siglo I y II de la era común y ha pasado a la historia como una astrónoma de innegable talento. Aglaonice no tenía empacho en hacer demostraciones de sus habilidades de observación y cálculo que le permitían predecir eclipses lunares con mucha exactitud. Lo cual hizo creer a algunos que podía desaparecer la luna a su antojo y  las astrónomas que se asociaron con ella recibieron el mote de “las  brujas de Tesalia”.
Puede ser que mucho del trabajo de estas y otras científicas de la antigüedad se haya perdido, pero esto no significa que no hayan contribuido a la formación de las civilizaciones de hoy conocemos. De la misma manera en que las mujeres de hoy pueden formar y transformar la cultura en la que vivimos, a pesar de los muchos retos e injusticias que aún deban enfrentar. 

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