Las contribuciones de las mujeres a la
ciencia no son pocas ni recientes. A pesar de que muchas hayan tenido
que enfrentar los prejuicios que dominaban su época y las mantenían al
margen de la educación, han llegado hasta nuestros días testimonios de
la vida, obra e inteligencia de algunas de ellas. Estas son 5
científicas de la antigüedad de las que seguramente no te hablaron en la
escuela.
1. Hipatia de Alejandría
Se estima que esta filósofa neoplatónica
nació entre finales del siglo IV y principios del siglo V en
Alejandría, Egipto. Una ciudad que en ese entonces se encontraba ocupada
por los griegos. Debido a su notoria inteligencia su padre, un
conocido matemático, astrónomo y filósofo de nombre Teón, decidió
enseñarle su oficio y le inculcó el amor por la ciencia. Ella llevó una
vida ascética dedicada al conocimiento, destacó en las matemáticas y
escribió varios tratados sobre geometría y álgebra. También logró
avances en el campo de la astronomía, inventando el densímetro y
mejorando el diseño del astrolabio. Desafortunadamente su trabajo se
perdió en el incendio de la biblioteca de Alejandría pero todas las
fuentes coinciden en su genio, dedicación y ética intachable. Como
testimonio de su agudeza y disciplina mental podemos citar las
siguientes palabras: “Conserva celosamente tu derecho a reflexionar,
porque incluso el hecho de pensar erróneamente es mejor que no pensar en
absoluto”.
2. Merit Ptah
La figura de esta mujer que llegó a ser
la médico de cabecera en la corte del faraón alrededor del siglo 28
antes de la era común, puede ser observada en una tumba localizada en
una necrópolis cercana a la pirámide de Saqqara en Egipto. Es la primer
galena cuyo nombre conocemos, a pesar de que en dicha época las
mujeres con frecuencia se convertían en doctoras y parteras.
3. Artemisa II de Caria
Fue una botanista e investigadora
médica que vivió en el siglo IV antes de la era común. Ella fue la
responsable del descubrimiento de una variedad de usos de la planta artemisia vulgaris también
conocida como hierba de San Juan. Dicha planta puede incrementar la
irrigación sanguínea en el útero y la zona pélvica, por lo cual es útil
para reducir los cólicos menstruales, lograr la expulsión de la
placenta, evitar que se malogre un embarazo y también inducir un aborto.
Además de ayudar a combatir los efectos de la fatiga, el estrés y
prevenir infecciones.
4. Agnodice
Esta mujer originaria de Atenas y
contemporánea de Artemisa es probablemente la primera ginecóloga
conocida. El índice de mujeres que morían durante el parto y el
sufrimiento con el que lo enfrentaban motivó a Agnodice a estudiar
medicina. Aunque para lograrlo tuvo que hacerse pasar por hombre.
Consciente de que el castigo para cualquier mujer que osara practicar la
medicina era la pena de muerte, se marchó a Alejandría donde estudió
bajo la tutela de Herófilo, un celebre anatomista de la época. Aunque
tras obtener su formación como ginecóloga y obstetra continuó utilizando
ropas de hombre para hacer sus visitas médicas eventualmente se
descubrió su verdadera identidad. Lo cual la hizo muy popular entre las
pacientes quienes se sentían cómodas solicitando su ayuda en sus partos.
Esta popularidad la hizo blanco de envidias y enemigos, quienes la
acusaron de practicar la medicina ilegalmente. Agnodice tuvo que
enfrentar un juicio y hubiera recibido la pena de muerte de no ser por
la intervención de las mujeres de Atenas, que testificaron a su favor.
Como resultado se aprobó una nueva ley que permitió a las mujeres
adquirir formación médica.
5. Aglaonice de Tesalia
Vivió entre el siglo I y II de la era
común y ha pasado a la historia como una astrónoma de innegable talento.
Aglaonice no tenía empacho en hacer demostraciones de sus habilidades
de observación y cálculo que le permitían predecir eclipses lunares con
mucha exactitud. Lo cual hizo creer a algunos que podía desaparecer la
luna a su antojo y las astrónomas que se asociaron con ella recibieron
el mote de “las brujas de Tesalia”.
Puede ser que mucho del trabajo de estas
y otras científicas de la antigüedad se haya perdido, pero esto no
significa que no hayan contribuido a la formación de las civilizaciones
de hoy conocemos. De la misma manera en que las mujeres de hoy pueden
formar y transformar la cultura en la que vivimos, a pesar de los muchos
retos e injusticias que aún deban enfrentar.
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