Se preparan por maceración en un medio con glicerina de yemas frescos cogidos recientemente, o de tejidos en crecimiento, como radículas, etc.
Prescritos en primer decimal hahnemanniano, producen un drenaje profundo del organismo humano al activar el potencial energético del sistema retículo-endotelial.
La actividad biológica de los medicamentos yemoterapicos sobre los distintos tejidos humanos ha sido puesta en evidencia por numerosas pruebas, y en particular por las que efectuó Halpern.
Además, el profesor Netien de Lyon ha aislado de los brotes ciertas sustancias hormonales de crecimiento, del tipo de las giberelinas, cuya actividad recuerda a la de las treponas animales.
Las semejanzas en la acción de los vegetales, tanto en la tierra como en el interior del organismo de un ser humano aportan, por si mismo, un interesante enfoque biológico en la interrelación del hombre y la naturaleza.
Los resultados de los trabajos de investigación sobre la bioquímica humana y su relación con los agentes yemoterapicos, realizados en importantes laboratorios de universidad y clínicas demuestran, por otro lado, lo acertado de tales observaciones.
La Yemoterapia es pues una verdadera terapia tisular vegetal.
Posología:
La posología general para un adulto oscila entre 20-50 gotas del yemoterapico a la 1DH de 1-3 veces al día. Según patología.
Niños y ancianos tomaran aproximadamente la mitad de la dosis mencionada o sea 10-25 gotas, 1-3 veces al día según la patología.
La toma se recomienda hacerla diluyendo las gotas en medio vaso de agua mineral, preferentemente tibia.
Conviene dejar de 1 a 3 minutos la solución en contacto con la mucosa sublingual para favorecer la absorción.
Respecto al momento más oportuno de emplear estos medicamentos, en general se recomienda:
Al levantarse: depurativos.
Antes de las comidas: eupépticos.
Después de las comidas: digestivos, antifermentativos.
Separados de las comidas: tónicos.
Al acostarse: relajantes.
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