La marihuana "fuerte" afecta a la conexión entre los hemisferios cerebrales


Científicos del King's College of London y la Sapienza University of Rome han publicado este mes un trabajo en el que analizaban los efectos de la marihuana "skunk" en el cerebro humano, que posee unas concentraciones de Tetrahidrocannabinol (THC) hasta un 30% más elevadas de lo normal.

Ya en febrero de este año, otro estudio publicado en la revista Lancet Psychiatry y dirigido por Robin Murray, del King's College, afirmaba que las personas que consumían esta droga tenían tres veces más probabilidades de sufrir un trastorno psicótico que aquellas que nunca habían tenido contacto con ella. Tras estas conclusiones, el grupo de investigación utilizó una técnica de resonancia magnética, llamada Diffusion Tensor Imaging, para estudiar los efectos del THC en la sustancia blanca del cerebro, poniendo especial atención en el cuerpo calloso.

Para ello, contaron con la participación de 56 pacientes que habían sufrido un episodio psicótico (de los cuales 37 eran consumidores de cannabis) y 43 personas sanas (de las que 22 tomaban esta sustancia). La conclusión es que el uso frecuente de marihuana "skunk" se asocia a trastornos en la organización microestructural del cuerpo calloso. El cuerpo calloso posee una gran cantidad de receptores para el THC y se encarga de comunicar los dos hemisferios cerebrales. De este modo, esta estructura es fundamental para asegurar un trabajo conjunto e integrador de ambas partes del cerebro. Tanto es así que el mayor genio del siglo XX, Albert Einstein, poseía una mayor cantidad de sustancia blanca conectando ambos hemisferios que grupos control de distintas edades, lo que puede ser una explicación a su inteligencia.
La desinformación, un problema de salud pública

Desde la década de los 90, la producción de marihuana se ha orientado a aumentar las concentraciones de tetrahidrocannabinol, psicoactivo causante de los efectos de la droga. Desde entonces, la cantidad de este compuesto ha aumentado de media un 8%. Incremento que encontramos, en su caso más extremo, en la marihuana "skunk", producto del cruce de distintas cepas de este vegetal. Esto se une a unas menores cantidades de Cannabidiol (CBD) en el producto. El CBD es otra molécula presente en la marihuana que, según sugieren algunos estudios, podría actuar como "antídoto" al THC, contrarrestando algunos de sus efectos fisiológicos. Por tanto, cada vez se consume una marihuana más dañina y potente.

Todo ello, unido a una desinformación generalizada acerca de los efectos adversos de la droga, se traduce en un aumento del consumo en la última década y en un creciente problema de salud pública. Es cierto que el cannabis no es considerada una droga fuerte como la cocaína o la heroína, y que sus propiedades medicinales son demostradas y beneficiosas. Además, estudios serios sugieren que el alcohol, legal en la totalidad de sociedades occidentales, puede tener efectos más adversos para la salud que dicha sustancia. Sin embargo, esto no justifica la idea de un significativo sector de la población, que percibe la marihuana como una sustancia natural casi inocua e incluso, en algunos casos, beneficiosa.

Por todo ello se hace necesario levantar los tabúes que rodean esta sustancia, abrir un debate público en el que se traten y se expandan sus prejuicios. Tal vez la regulación o legalización, términos de moda en España en la actual campaña electoral y que ya han sido aplicados en EE.UU. y algún país latinoamericano, supongan un paso previo necesario para lograr este objetivo. Lo mejor de las drogas legales es que están sometidas a férreos controles y a la eliminación de los mitos que la rodean. La marihuana es mala, pero quizá hasta que no la hagamos visible no vamos a saber hasta qué punto lo es.