Sting, el que fuera líder del grupo musical The Police, ha
estado recientemente actuando en Catalunya. Pidió un menú estrictamente
vegano. Pasaron los tiempos, parece, en que los divos del rock pedían a
sus promotores todo tipo de extravagancias.
Explicaba
recientemente no sé qué promotor que, en su día, contrató a Rod
Stewart. El cantante pidió que le trasladaran a su suite de hotel una
mesa de billar. La cosa supuso una complicación realmente notable. Al
final, no llegó a utilizarla, después de todo el caos que se llegó a
formar, pues se le habían pasado las ganas de jugar. Con “tocar un poco
las bolas” a los que le habían contratado ya se había quedado contento.
Una extravagancia más en la carrera de ciertos pseudoartistas que han
llegado a pedir de todo: chicas, chicos, drogas, determinadas marcas de
bebidas alcohólicas, orgías, caballos en sus habitaciones… Nada
realmente virtuoso. ...
Y no vayan a creerse ustedes que soy yo un puritano.
Nada de eso. Pero ciertas actividades delictivas y/o absurdas… son
delictivas y/o absurdas, además de insostenibles, las practique quien
las practique: un mafioso ruso o chino, un megamillonario gallego o
alguien que fue antaño una rutilante estrella del rock.
Ahora, por lo menos, los divos piden cosas más prudentes y, también, más
reivindicativas. Sting, a su paso por Barcelona, exigió un menú
estrictamente vegano. La cosa ha supuesto varios titulares de prensa. Lo
mismo ocurre con las giras del que fuera líder de The Smiths, Morrisey,
también adicto a los manjares sin proteína animal. Son artistas que
viven en sus tiempos. Hoy, se come un exceso de proteína animal, con lo
que ello supone en el sufrimiento animal, en la insostenibilidad, en
los problemas de salud asociados en los consumidores…
Está muy bien que estos artistas hagan pública su alimentación, porque
esto hace que estas ideas lleguen más y más rápidamente a la población.
Sería bueno, no obstante, que, además de veganismo, hablaran, también,
de alimentos ecológicos, de alimentos locales, de temporada, artesanos… Y
que lo hicieran, si es posible, sin mirar por encima del hombro a
nadie. Pues ser vegano no significa que seas mejor que nadie.
Las antiguas peticiones de muchos pseudoartistas famosos eran, además,
muy insostenibles. Predicaban el amor, la sencillez, la humildad… en sus
canciones. Pero, luego, sus excentricidades eran patéticas, patológicas
y despilfarradoras. Artistas grandísimos hacen que se hable de ellos
por sus inigualables cualidades artísticas, por su capacidad de fantasía
y/o por su estado de gracia en determinado concierto. Todo lo demás es
superfluo y cutre. Muy cutre.
Pedro Burruezo es director de The Ecologist, asesor de BioCultura, músico y compositor y horticultor orgánico
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