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8 may 2015
LA PARTE OSCURA DE TU CAMISETA...
Una camiseta de algodón de un blanco impoluto que puede adquirirse en un comercio convencional tiene su parte oscura. De entrada, choca que de los 29 euros que el cliente paga por esta prenda sólo 18 céntimos lleguen a la mano obra. Esta irrisoria cifra ejemplifica las precarias condiciones de trabajo de millones de personas, la mayoría mujeres, que trabajan en la industria textil de India, ...
Bangladesh, China... Este es uno de los datos que se destacan en el informe Tira del hilo, presentado ayer por la Coordinadora Estatal de Comercio Justo.
Los costes laborales de una prenda similar de comercio justo son un 1.272% más elevados. Coincidiendo con la celebración mañana del día mundial del Comercio Justo, y dos años después de la tragedia del hundimiento del edificio Rana Plaza de Bangladesh, en el que murieron más de 1.100 personas, una serie de oenegés coordinadas por Setem, denuncian la explotación a la que se ven sometidos millones de personas que intentan ganarse la vida en el sector textil. “Las grandes marcas se han especializado en el diseño y la distribución; para abaratar costes, la confección se subcontrata a talleres del sudeste asiático, India o Marruecos, donde los trabajadores, en un 80% mujeres, cosen por sueldos miserables durante jornadas que se alargan 12, 14 y hasta 16 horas diarias”, subraya el documento.
Tais Batista, de Setem, denunció ayer que Bangladesh es uno de los peores países, donde el salario mínimo se sitúa en los 50 euros al mes, a pesar de que después de la tragedia del Rana Plaza experimentó un incrementó del 77%. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) alerta del fenómeno del “trabajador pobre”, la persona que tiene un empleo pero que todos los miembros de su familia sobreviven con menos de un euro al día. La OIT indica que 910 millones de personas entrarían dentro de esta categoría.
La Campaña Ropa Limpia, impulsada por una coalición internacional de oenegés, consumidores y sindicatos que ha investigado la actuación de las empresas líderes del sector, entre las cuales están las españolas Inditex, Mango y Desigual, insta a estas compañías a que “desarrollen parámetros que garanticen el pago de salarios dignos y que publiquen información al respecto”.
A los costes sociales de una industria globalizada hay que sumar los medioambientales. El uso de las fibras artificiales procedentes del petróleo ya representa cerca de la mitad de la demanda mundial de materias primas, pero el algodón, gran consumidor de agua, conserva su protagonismo. Según FEM Internacional, oenegé creada en Canadá para fomentar las prácticas responsables en la industria de la moda, el algodón ocupa el 2,4% del área cultivable del mundo pero acumula el 25% de los insecticidas y el 10% de los pesticidas. “Los riesgos aumentan con el algodón alterado genéticamente para producir una toxina insecticida”, añade FEM, a la vez que destaca que “producir unos vaqueros requiere casi 7.000 litros de agua si se suman los recursos necesarios para el cultivo, el blanqueo del algodón, el teñido y el prelavado característico de estas prendas”.
El uso de mano de obra infantil no es ocasional: el informe advierte de que cada mes de septiembre, cuando la mayoría de niños y jóvenes afrontan la vuelta a las clases, en Uzbekistán aparcan las aulas para recoger kilos y kilos de algodón. En India sucede algo similar: en cuatro estados cerca de 400.000 menores participaron, en 2010 (últimos datos disponibles), en la campaña del algodón.
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