Funcionan como
puente despejando el camino entre nosotros, los seres humanos y los
reinos superiores o celestiales. Los cristales son una herramienta
maravillosa para conectarnos con los seres de luz, ya que magnifican la
energía angelical, incrementando la recepción de los mensajes que
nuestros ángeles desean enviarnos. De igual manera nos conectan con
nuestro subconsciente para equilibrar el flujo de nuestra energía. En
este artículo usaré la palabra cristal, aunque algunos son catalogados
como minerales, rocas, piedras o gemas. Sin embargo, comúnmente se les
llama a todos cristales.
Dentro del
mundo físico, los cristales pertenecen y son la representación máxima
del reino mineral. En el mundo espiritual, hacen parte del reino
elemental que incluye los espíritus que guardan, sanan y protegen
nuestro planeta tierra. Son como “ángeles de la naturaleza”, cuya
energía es mas “densa” que la de los ángeles de las dimensiones
celestiales, lo que significa que vibran en una frecuencia más lenta,
lo que los hace “visibles” a nuestros sentidos físicos. Los cristales
imprimen en nuestra aura vibraciones que sanan, equilibran y armonizan
tanto nuestros chakras (centros energéticos) como nuestros cuerpos
físico, mental, emocional y espiritual.
Los cristales
amplifican tanto su propia energía como la energía universal divina.
Además la energía que entra en un cristal es diferente de la que sale.
De ahí su función sanadora: como están rodeados de un campo energético
similar al nuestro, al entrar en contacto con nosotros transforman y
equilibran nuestra energía deficiente.
Generalmente
los cristales opacos (Hematite, Malaquita, Lapislázuli, etc.) son
receptores de energía en mayor grado que emisores y los transparentes
(Amatista, Cuarzo, Citrino, etc.) son emisores y regeneradores.
La elección de
un cristal está condicionada por la situación que queramos trabajar en
este momento de nuestras vidas. Así que la forma más sencilla sería
consultar a un experto, cuáles son los que por sus propiedades naturales
puedan ayudarnos mejor en nuestro proceso de evolución personal. Claro
está que lo ideal es confiar en nuestra intuición y escoger no el más
“hermoso” sino es que más nos llame la atención. En realidad son ellos
los que nos escogen a nosotros. ¡Tal cual!. Después de hecha la
elección, pregunta al vendedor cual es su uso y comprobarás que era
justo el que necesitabas.
Los cristales
pueden ser usados colocándolos en nuestro entorno o directamente sobre
el cuerpo en su forma natural o pulidos en joyas. También en elixires
(no todos, ya que algunos son tóxicos como el azufre) y en esencias.
Algunos pueden ser utilizados en la noche, ubicándolos debajo de la
almohada.
Después de
adquirir un cristal debe limpiarse para retirar cualquier vibración que
haya quedado impresa de otras personas o inclusive del sitio donde
permanecía antes. El método más recomendado consiste en ponerlo debajo
del chorro de agua (tibia) y luego dejarlo por lo menos 24 horas en sal
marina. Este procedimiento se debe repetir por lo menos cada semana si
es un cristal de uso personal y cada mes en el caso de los cristales
colocados para armonizar los ambientes. Además, es conveniente no
permitir que otra persona toque nuestro cristal de uso personal. También
se deben recargar sus fuerzas por lo que es conveniente exponerlos a la
luz del sol o de la luna, dependiendo de sus características.
A continuación
una breve guía de las propiedades de algunos de los cristales más usados
y conocidos en nuestro medio. Incluyo además los nombres de los
arcángeles que se les relacionan:
AMATISTA:
Color violeta. Ideal para meditar. Posee una vibración protectora a
nivel del aura, transmutando lo negativo. Es un cristal de superación,
renovación, paz interior. Brinda serenidad y confianza. Acelera el
desarrollo de las habilidades psíquicas. Arcángeles: Miguel, Jeremiel y
Zadquiel.
AVENTURINA VERDE: Proporciona
calma, serenidad y armonía. En sanación alivia dolencias relacionadas
con el sistema nervioso. Disminuye la ansiedad, la tristeza, la
preocupación y el nerviosismo. Desarrolla el crecimiento espiritual y la
gratitud por lo que ya se tiene. Arcángeles: Rafael, Jofiel y Raguel.
CITRINO: Color
amarillo dorado. Posee vibración dinamizadora tanto física como
psicológica. Proyecta acción y movimiento. Estimula la confianza y la
prosperidad. Expande el optimismo y la capacidad de celebrar la vida.
Ayuda a mantener ideas y pensamientos con claridad y lucidez.
Arcángeles: Ariel, Gabriel y Uriel.
CUARZO CRISTAL DE ROCA:
Color transparente. Es por excelencia el mineral usado para sanación.
Limpia y mueve energías negativas. Expande y fortalece el aura. Libera
emociones y trae calma. Incrementa la claridad en los pensamientos y
aporta agilidad en la percepción. Ayuda a revelar la verdad. Arcángeles:
Ariel, Gabriel, Haniel, Miguel, Rafael, Raziel y Sandalfón.
CUARZO ROSADO:
Se le conoce popularmente como “La Piedra del Amor, Amistad y Armonía”.
Sana suavemente las heridas del corazón causadas por decepciones en el
amor. Posee cualidades de sedación y relajación, liberando tensiones
tanto físicas como mentales. Arcángeles: Chamuel, Rafael y Ariel.
OJO DE TIGRE: Color
amarillo dorado hasta marrón oscuro. Protege de envidias, celos y
energías negativas. Aporta objetividad, humildad y autoestima a la vez.
Adecuada para personas tímidas, inseguras y débiles. Es dinamizadora y
estimulante. Ayuda a realizar las metas materiales y profesionales.
Alivia dolencias relacionadas con el sistema digestivo. Arcángeles:
Miguel y Uriel.
SODALITA: Color
azul con manchas blancas. Fortalece el intelecto, estabiliza las
emociones, clarifica la percepción y expande la conciencia durante la
meditación. Mejora el contacto y la comunicación con otros. Limpia el
sistema linfático y fortalece el sistema inmunológico. Proporciona
calma, paz y regocijo. Arcángeles: Gabriel, Jeremiel, Rafael y Zadquiel.
Martha Muñoz Losada