La
respiración consciente se practica sentado cómodamente (en una silla o
en el suelo) y con los ojos cerrados. Es mejor sentarse erguido para
que el cuerpo respire sin dificultad. Para obtener resultados óptimos
conviene realizar esta meditación durante unos 15 minutos una vez al
día, aunque es preferible hacerla dos veces al día, por la mañana y por
la noche. Se hará antes de comer o por lo menos dos o tres horas después
de las comidas.
Con
los ojos cerrados, simplemente se trata de centrar la atención en el
extremo de la nariz o en el pecho y sentir los movimientos de inhalación
y exhalación. Hay que respirar con suavidad y naturalidad. Cuanto más
tiempo se practique, con mayor facilidad seguirá la mente el ritmo
respiratorio y se relajará. Para alcanzar un estado pacífico, la mente
no tiene que dejar necesariamente de pensar. En realidad, el único error
que se puede cometer al hacer este ejercicio es dejar de pensar o
intentar evitar que los pensamientos fluyan. Si el individuo se siente
arrastrado por los propios pensamientos, sentimientos o emociones, no
debe tratar de frenarlos. En vez de ello, debe centrar de nuevo la
atención en la respiración, la nariz o el pecho, y si los pensamientos
siguen ahí mejor. Un incremento de la actividad cerebral durante este
proceso constituye una señal de que el sistema nervioso está liberándose
del estrés. La liberación del estrés implica de forma natural una mayor
actividad física, y esta, a su vez, incrementa la actividad mental, es
decir, los pensamientos, los sentimientos y las visualizaciones.
El
proceso debe seguir hasta que se calcule que hayan pasado unos quince
minutos. No hay que preocuparse por hacerlo correctamente. Respirar es
una actividad natural, y centrar la atención en la respiración, también.
No se puede hacer nada por mejorar algo que la naturaleza ya está
haciendo perfectamente. No hay que intentar respirar con más fuerza o
más profundamente de lo que se hace generalmente cuando se está sentado.
Si
dejamos que nuestra mente siga repetidamente el proceso de inhalación
de aire fresco en el cuerpo y de exhalación del aire usado, se irá
calmando y tranquilizando cada vez más. Si por un momento la mente
llegara a calmarse por completo, sólo seremos conscientes de nosotros
mismos, sin tener ningún pensamiento ni sentimiento. Durante este breve
instante, el individuo estará autorrealizado, porque el yo será lo único
a lo que la mente atienda. En este lapso de tiempo, la mente dejará de
pensar, y el cuerpo se adaptará a ello relajándose. En ese instante,
cuerpo y mente se coordinan a la perfección; es un momento de sanación
para ambos. Sin embargo, el individuo probablemente no pueda hacer nada
para provocar o experimentar estos momentos; suceden cuando menos se
espera, esto es, cuando uno está totalmente relajado y despreocupado,
sin expectativas ni esfuerzo.
Con
la práctica regular de la respiración consciente nos daremos cuenta de
que este estado de relajación y calma se irá alargando cada vez más y
nos acompañará en las actividades físicas y mentales cotidianas.
Entonces, incluso en las situaciones más estresantes o en medio del
ruido y de la confusión, tendremos una profunda sensación de calma y de
equilibrio y confianza en nosotros mismos.
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