Las pasiones
capitales
El carácter como
deformación de la personalidad
De niños nos
enseñaron que eran siete los pecados capitales y que de ellos
derivaban todos los demás. Siendo "cabeza" y origen de
todos los pecados, eran "mortales" de necesidad, de modo
que, si uno se moría sin confesar, aunque hubiera cometido sólo uno
de ellos, se iba de patitas al infierno: el
orgullo, la ira, la envidia, la avaricia, la gula, la lujuria y la
pereza
no eran simples pecados veniales que se perdonaban rezando un
Avemaría o un Padrenuestro.
Con los años, he
logrado comprender que lo que en el colegio llamaban "pecados"
son en realidad pasiones
dominantes del ser humano,
ilusiones u oscurecimientos de la realidad, que achican nuestra
comprensión del universo y que se convierten en hábitos
y mecanismos de defensa
que conforman un carácter, una manera de ser que nos impiden llegar
a ser. Ser libres y espontáneos, en armonía con nuestro entorno. En
este sentido, sí que nos condenan a nuestros propios infiernos, que
no son otra cosa que los círculos cerrados que creamos, el laberinto
personal en que nos vamos perdiendo desde la infancia, persiguiendo
aquello que más necesitamos y de lo que más nos defendemos: el
amor.
Sin embargo, se
dejaba de lado la vanidad
y la cobardía,
tal vez, porque la hipocresía y las falsas apariencias que producen
la primera se consideraban pecadillos, y porque el miedo, generador
de la segunda, ha sido el motor sobre el que se han basado gran parte
de las principales religiones de la historia de la humanidad. En el
fondo, como proclama Patanjali, el clásico de la filosofía perenne
de la tradición hindú, los obstáculos del camino, como la
prepotencia, la lujuria, el odio y el apego, se reducen a "la
oscuridad de la ignorancia, que es el campo donde florecen las
demás".
En esto coincide con
el punto de partida de la búsqueda filosófica de todas las épocas
y de todas las culturas, así como de la mayoría de las tradiciones
espirituales, que ha sido salir de la ignorancia sobre la propia
identidad: responder a la pregunta esencial de quiénes somos en
realidad, más allá de la genética que heredamos, del nombre que
nos pusieron, de las sucesivas identificaciones que vamos adquiriendo
a lo largo de nuestra biografía y de la "máscara"
o "persona" en que nos hemos ido convirtiendo.
Hace ya algunos años
que han salido a la luz diversos trabajos divulgadores de una vía
espiritual y psicoterapéutica, que hunde sus raíces en la tradición
esotérica de la comunidad afgana de los Sarmouni, -síntesis de
budismo e islamismo con influencias zoroástricas-. Como ya se ha
indicado, fue sistematizada por Gurdjieff dentro de su "Cuarto
Camino", transmitida a prestigiosos buscadores de todo el mundo
por el maestro espiritual Oscar Ichazo e investigada, completada y
sistematizada -motivado por el uso erróneo y comercial que algunas
personas estaban haciendo de esta vía, en su origen espiritual- por
uno de los pioneros del Movimiento para el Potencial Humano, el
psiquiatra chileno y creador del Instituto SAT (Seekers After Truth -
Buscadores de la Verdad-), el Doctor
Claudio Naranjo.
Hoy día se conoce como Eneagrama,
que sería una especie de mapa cósmico, que representa
geométricamente las leyes universales e indica un posible camino de
conocimiento y de realización.
Lo más fascinante
de esta herramienta psicoespiritual es que constituye una Vía que
puede convertirse en toda una Guía de vida y en una forma de ser y
de estar en el mundo, pero que, al mismo tiempo, no se erige en un
sistema cerrado para justificar la propia conducta o clasificar a los
demás. Recuerdo cómo, en los años 60 y 70, quienes se acercaban al
estudio de sí quedaban atrapados en tipologías de tipo constitutivo
-se era físicamente atlético, asténico o pícnico, o
temperamentalmente colérico, flemático o sanguíneo- o planetario
-se era venusiano, jupiteriano, lunar, solar, etc, según la mayor o
menor influencia de un astro-. Quienes se acercaban a la terapia se
familiarizaban con términos como compulsivo, obsesivo, narcisista,
histriónico... Todas estas tipologías servían como primera
aproximación o para diagnosticar los síntomas, pero no para ahondar
en el núcleo de la personalidad.
Desde esta
perspectiva, cualquier
neurosis no sería sino una particular búsqueda y pérdida de Ser,
una estrategia dominante que acerca a la ilusión de la meta, pero
que nos mantiene siempre sedientos. Las nueve pasiones, basadas en
otras tantas distorsiones cognitivas, se convierten así en formas
personales de buscar el núcleo del verdadero Yo -y de alejarse sin
saberlo del mismo-. A su vez, generan nueve tipos de carácter,
abordados en los siguientes capítulos, que podrían sintetizarse, a
riesgo de simplificar, como sigue:
1. El iracundo (que algunos autores prefieren llamar "perfeccionista", "reformador", o "emprendedor", según el énfasis puesto en uno u otro aspecto de la personalidad, mientras que otros se limitan a llamarle "patrón uno" de comportamiento) parte de un cierto nivel de resentimiento, pero no suele ser una persona violenta, sino perfeccionista y obsesiva, apegada a las reglas y a cómo debería ser el mundo. La inflexibilidad es uno de sus rasgos. Su ira contenida hace que, paradójicamente, suela mostrarse como persona educada y, a veces, flemática.
2.
El orgulloso
("ayudador", "altruista", "colaborador",
"auxiliador", o "patrón dos"), no es el tipo
de personas que conocemos como orgullosas, sino altamente
emocional, seductor e inmerso en un mundo de falsa abundancia que
se manifiesta en un exceso de dadivosidad y adulación, tal vez
de excesivo amor superficial, a la espera de reciprocidad, casi
nunca pedida. Suele querer ser centro de atención, por lo que, a
veces, resulta algo histriónico.
3.
El vanidoso
("motivador", "ejecutor", "luchador",
"triunfador", "mantenedor del status",
"productor", "ejecutante" o "patrón
tres") no tiene por qué ser una persona atildada, sino
fundamentalmente pendiente de la mirada ajena para recibir
aprobación y conformar de este modo una identidad. Suele
adaptarse como el camaleón, siempre sensible al cambio del
viento y a los colores del entorno. Su meta podría ser estar de
moda o triunfar en cualquier medio social.
4.
El envidioso,
("artista", "romántico", "individualista",
o "patrón cuatro") basado en la melancolía y en la
insatisfacción permanente, sufre para evitar la recriminación,
la competencia y la responsabilidad. Suele encontrarse a gusto en
el papel de víctima. Por su extremada sensibilidad es capaz de
captar el sufrimiento ajeno, solidarizarse incluso con él y, por
ello considerarse a veces superior en su fuero interno, pues sabe
que los demás no pueden alcanzar tan fácilmente su profundidad
de sentimientos.
5.
El avaro
("pensador", "observador", "investigador"
o "patrón cinco") parte de un falso desapego, que
limita la expresión de sus emociones al mínimo, así como sus
relaciones sociales. Suele ser indiferente a la crítica y a la
alabanza ajenas, ya que le cuesta tanto dar como recibir. Su
aspecto exterior es distante y frío. En el fondo busca el
conocimiento a través de la observación y el análisis, pues se
encuentra más a gusto en el mundo mental que en el universo de
los sentimientos o en el plano de la acción.
6.
El miedoso
("leal", "abogado del diablo", "soldado",
"héroe", "escéptico", "solucionador"
o "patrón seis") le gusta controlar su entorno,
anticipar todos los problemas, tener las soluciones de antemano,
para no verse sorprendido. Basado en una cierta cobardía y
desconfianza ante el mundo, algunas veces se convierte en un
"valiente compulsivo" que huye hacia delante como
actitud contrafóbica frente a lo que teme. Inseguro y
desconfiado puede convertirse en un racionalista que duda de su
propia duda. Suele poseer un fino olfato para detectar la
falsedad, el engaño y la mentira.
7.
El goloso
("generalista", "epicúreo", "optimista",
"visionario", "aventurero" o "patrón
siete"), que tiene como base la planificación y la
autoindulgencia, no lo es principalmente de comida, sino de
experiencias, de amistades y de conocimientos. Huye
fundamentalmente del dolor, por lo que suele intentar ser
positivo y tener solución para todo. Optimista por naturaleza
suele encontrar el lado ventajoso de cualquier situación,
perdiéndose así la riqueza del lado oscuro de la luna.
8.
El lujurioso,
("jefe", "desafiador", "protector",
"cabecilla", "asertivo" o "patrón
ocho"), basado en la venganza y el castigo, parece el más
antisocial de todos los caracteres; suele caracterizarse por su
impetuosidad arrogante y su ausencia aparente de sentimiento de
culpa. Para él, la vida no tiene sentido sin intensidad. Se
encuentra mejor en la acción que en la reflexión y puede llegar
a ser un excelente líder al que los que le rodean seguirán por
su arrojo.
9.
El indolente o perezoso
("pacificador", "mediador", "amante"
o "patrón nueve") no es forzosamente una persona
inactiva, sino que antepone las necesidades de los demás a las
propias, ya que se ha acostumbrado a "olvidarse de sí"
en una especie de insensibilización a su propio dolor.
Sobreadaptado y complaciente, se le reconoce por su servicialidad
compulsiva. Son excelente mediadores, pues soportan con
dificultad el conflicto y la confrontación.
|
Baste esta
simplificación momentánea para introducirnos en este mapa
abreviado, añadiendo que todos los caracteres se unen entre sí del
siguiente modo:
1. Por cercanía:
Los mentales
serían el "avaro", el "miedoso" y el "goloso".
Los emocionales,
el orgulloso, el vanidoso y el envidioso. Los instintivos,
el lujurioso, el perezoso y el iracundo.
2. Por cercanía, cualquier patrón podría tener una inclinación hacia el número mayor o menor. Así, por ejemplo, un "goloso siete" podría tener tendencias a la "lujuria 8" y ser más activo o al "miedo y la duda seis" y reforzar su aspecto mental. Algunos autores lo llaman "alas". Tal vez no se haya verificado suficientemente este tipo de influencias que, salvando las distancias, podría ser algo así como, en astrología, la diferencia que pudiera existir entre una persona tauro con ascendente géminis (elemento tierra de enraizamiento con elemento aire de relaciones y viajes) o tauro con ascendente virgo (el elemento tierra reforzado).
2. Por cercanía, cualquier patrón podría tener una inclinación hacia el número mayor o menor. Así, por ejemplo, un "goloso siete" podría tener tendencias a la "lujuria 8" y ser más activo o al "miedo y la duda seis" y reforzar su aspecto mental. Algunos autores lo llaman "alas". Tal vez no se haya verificado suficientemente este tipo de influencias que, salvando las distancias, podría ser algo así como, en astrología, la diferencia que pudiera existir entre una persona tauro con ascendente géminis (elemento tierra de enraizamiento con elemento aire de relaciones y viajes) o tauro con ascendente virgo (el elemento tierra reforzado).
3. Por relación
dinámica,
pues cada tipo de personalidad tiene dos "salidas" o vías
de progreso hacia otras dos para no estancarse según los diagramas
siguientes:
Cuando uno se acerca
al conocimiento de sí a través de este mapa, que recorren
actualmente muchas personas, se ilumina de repente la realidad
circundante, pues es posible ver el "carácter" o pasión
que domina a países, asociaciones, partidos, empresas y otras
instituciones, que tienen su propia personalidad. Es entonces más
fácil comprender las interacciones que se producen en el complejo
mundo que nos ha tocado vivir y empezar a practicar las "virtudes"
correspondientes, para relacionarnos con nosotros mismos y la
realidad circundante de un modo más sano, armónico y amoroso.
-
La serie "Pasiones
Capitales"
es un aporte de
Alfonso Colodrón
- Terapeuta Gestáltico y Consultor Transpersonal. Sitio web
www.alfonsocolodron.net
- Las ilustraciones que acompañan a cada eneatipo pertenecen a la muestra "Nueve Pasiones" de Ana Roldán, pintora española especializada en el retrato y la acuarela, que comienza ahora una nueva andadura en su pintura, en la que se integra todo lo aprendido, todo lo vivido, y en donde se funden los tres centros vitales: el emocional, el intelectual y el visceral, para representar así, intuitivamente a unos personajes cargados de simbolismo y color, en todas sus facetas espirituales y psicológicas. Más información de la autora en su sitio web www.anaroldan.com.
© Los
derechos intelectuales de las obras aquí expuestas pertenecen a
cada autor. Prohibida su reproducción
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario