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27 oct 2016

Teoría Polivagal: la huella biológica de la compasión y la empatía.

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 © UC Berkeley
¿Existe una huella biológica para la compasión?

Dos equipos científicos, uno liderado por Zoe Taylor, en Purdue y el otro por Jenny Stellar, en la Universidad de Berkeley, han encontrado quela respuesta puede estar en el nervio vago. Este es el nervio craneal con el alcance más amplio en el cuerpo, que influye en el habla, en la posición de la cabeza, la digestión, y (algo importante para estos dos estudios) en la rama parasimpática del sistema nervioso autónomo en el corazón.
 

Los estudiantes suelen memorizar que la rama parasimpática (SNP) del sistema nervioso autónomo (SNA), es la rama encargada de "descansar y digerir", que controla las funciones corporales de las que no estamos conscientes cuando estamos relajados y nos sentimos contentos. El SNP también es conocida como la rama encargada de "alimentarse y reproducirse" - y recientemente, la psicóloga social Barbara Fredrickson le añade al SNP la etiqueta de "cuidar y entablar amistades", lo que sugiere que también es compatiblecon funciones que permiten la participación social y las conductas de crianza.

Estas etiquetas funcionalmente descriptivas para la SNP - "descanso y digestión", "alimentación y reproducción" y "cuidar y entablar amistades" - se relacionan directamente con el nervio Vago, que resulta ser algo así como un ejecutor del SNP cuando se trata del corazón y la compasión.

Hace aproximadamente 20 años, Steve Porges, de la Universidad de Chicago, fue pionero en la Teoría Polivagal, la cual sugiere que el nervio Vago impulsa fundamentalmente la afiliación social humana - las motivaciones y comportamientos involucrados en el acercamiento a los demás a través de maneras confiadas, afectuosas y cooperativas. Desde entonces, los investigadores de las ciencias sociales han medido la actividad vagal para examinar cómo se relaciona con la afiliación social, particularmente los estados relacionados, como la empatía, la simpatía y la compasión.

He aquí cómo podemos tomar mediciones de la actividad vagal usando un electrocardiograma: la media de la frecuencia cardíaca de una persona en reposo, se mantiene relativamente baja porque el Vago ejerce una influencia constante de desaceleración en el corazón; sin esto, nuestros corazones latirían fatalmente rápido. El nervio vago aplica este freno de la frecuencia cardíaca de una manera cíclica y dinámica, frenando las cosas mientras exhalamos, permitiendo que lata más rápido cuando inhalamos. La fuerza de la actividad vagal general de una persona puede ser indexada como la diferencia entre la frecuencia cardíaca durante la inhalación (más rápida, menos de freno vagal) y la exhalación (más lenta, más freno vagal): Esta medida se llama arritmia sinusal respiratoria, y es la forma más común para medir el tono vagal general. 



Los dos nuevos estudios expanden el trabajo de Porges al sugerir que el Vago puede ser la clave para la aparición de la conducta compasiva durante el desarrollo, así como para las experiencias de compasión del día a día.

El equipo en Purdue de Zoe Taylor, invitó a familias al laboratorio y grabó en vídeo a niños de tres años y medio haciendo rompecabezas y jugando con sus padres durante seis minutos. Los investigadores observaron los vídeos y sistemáticamente observaron las expresiones de calidez, sensibilidad y capacidad de dirigir y supervisar a los niños sin enojarse de los padres. Durante esta visita, los investigadores también equiparon a los niños con electrodos de electrocardiograma para registrar el tono vagal, mientras los niños observaban dos cortometrajes: uno neutro, y el otro mostrando a bebés llorando, que estaba destinado a despertar la simpatía.

Después de un año, los investigadores llevaron a los mismos niños de vuelta al laboratorio para observar su capacidad de "control con esfuerzo", es decir, su capacidad para permanecer en su tarea durante una serie de ejercicios que evaluaron la resolución de problemas, la coordinación motora fina, y las habilidades de vocabulario receptivo y expresivo, los cuales pudieron comparar con las respuestas de un cuestionario sobre los niños dado a los padres y profesores. Finalmente, cuando estos mismos niños tenían seis y siete años de edad, el equipo recogió respuestas de encuestas a los padres y profesores acerca de los niveles de simpatía de los niños.

Después de analizar los datos, esto es lo que encontraron: una crianza cálida y sensible para niños de tres años, predice una mayor concentración enfocada en los niños un año más tarde, que, a su vez, predice una mayor simpatía a las edades de seis y siete. El tono vagal en los niños a los tres años también predice la simpatía tres y cuatro años más tarde. Como fue el caso para el estilo de crianza de los hijos, el efecto del tono vagal estuvo altamente relacionado a la capacidad de concentración de los niños de cuatro años.

En conjunto, estos datos sugieren que una crianza cálida, sensible, y con autoridad, puede ayudar a desarrollar habilidades como el manejo de las emociones y poner atención, y que los niños con mayor tono vagal son más propensos a tener estas habilidades, que a su vez, sientan las bases de la sensibilidad hacia el sufrimiento de otras personas.

El equipo de Jenny Stellar, en la UC Berkeley, tomó un enfoque sensitivo ligeramente diferente: Midieron el tono vagal, mientras que la gente adulta estaba teniendo sentimientos de compasión. En particular, el equipo de Berkeley quería saber si el tono vagal aumenta, en otras palabras, si el Vago ejerce más influencia sobre el sistema nervioso durante una experiencia de compasión real.

En una serie de cuatro estudios, los investigadores invitaron a estudiantes universitarios al laboratorio, los equiparon con sensores de electrocardiograma, y luego los pusieron a ver un vídeo de un compañero que describía sus sentimientos acerca de una muerte en la familia, una secuencia de fotografías de personas sufriendo (tales como los niños que mueren de hambre), o vídeos de niños que reciben tratamiento para el cáncer en el hospital St. Jude. Otro grupo de control de estudiantes observaba un vídeo sin interés (de un hombre construyendo una valla), proyecciones que evocaban orgullo, o un vídeo inspirador. Después de los vídeos, los estudiantes escogieron un solo número en una escala para indicar el nivel de compasión que sintieron.

Al comparar estos diferentes grupos, los investigadores encontraron que suscitar sentimientos de compasión siempre aumentaba el tono vagal. Pero el equipo de Berkeley hizo una observación desconcertante a partir de sus primeros tres estudios: la magnitud de los sentimientos de compasión auto-reportados no se correlacionaba con un mayor tono vagal.

Entonces, ¿el tono vagal realmente corresponde a los niveles de compasión que sintieron? Para responder a esto, intentaron un experimento con más matices, en el que los estudiantes indicaron su nivel de compasión sentida en tiempo real mediante una línea continua (en lugar de llenar una escala después de los hechos, como en los tres primeros experimentos). Este método más visceral demostró que, efectivamente, los sentimientos de compasión se asociaron con un aumento del tono vagal.

En suma, el nervio Vago parece estar íntimamente ligado a la experiencia de compasión hacia el sufrimiento de otras personas, lo que ofrece más evidencia para la Teoría Polivagal de Porges. Más específicamente, estos estudios muestran que lo que sucede en tu Vago afecta el manejo de los sentimientos provocados por el sufrimiento de otra persona, y si te sentirás o no preocupado y motivado para ayudar.

También hay implicaciones prácticas para la crianza. Los padres cálidos, sensibles, y con autoridad son como copilotos para el nervio Vago, ayudando a los niños a desarrollar su capacidad de sentir simpatía y compasión, y luego actuar sobre ese impulso.  


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