Este artículo explora recientes avances científicos que aclaran algunas de las controversias en el estudio de las emociones, incluyendo
la relación entre el intelecto y la emoción. Este tema culmina con la
presentación de un sistema o modelo de la emoción, en la que el cerebro
funciona como un complejo sistema de patrones, en procesamiento y aporte
continuo de los entornos externos e internos. Desde esta perspectiva se
muestra que el corazón es un componente clave del
sistema emocional, proporcionando así una base fisiológica para el
reconocido y largo vínculo entre el corazón y nuestra vida emocional.
La
relación entre la mente y las emociones se han debatido largamente a lo
largo de la historia, con la mayoría de las escuelas del pensamiento.
La percepción, valoración, la excitación, la atención, la memoria, el
pensamiento, el razonamiento, y la resolución de problemas se agrupan a
menudo juntos bajo el título más amplio de la cognición, o el sistema mental. El sistema emocional, por otro lado, abarca sentimientos,
que pueden abarcar una amplia gama de intensidad. La importancia de
obtener una comprensión más profunda del sistema emocional se ha
convertido en la empresa científica mas importante, ya que ha quedado
claro que las emociones son la base de la mayor parte de la tensión
que experimentamos, influyen en nuestras decisiones, proporcionan la
motivación de nuestras acciones, y crean las texturas que determinan
nuestra calidad de vida.
Las emociones también influyen en la memoria y el aprendizaje, existe un efecto conocido en neurociencia, como la memoria dependiente del estado de emoción. Esta es la razón por la cual toda información aprendida u obtenida en un estado emocional dado, puede recuperarse más fácilmente si el individuo vuelve a un estado emocional similar, al que prevaleció durante el aprendizaje inicial.
Los Sistemas Mentales y Emocionales
En los últimos años, el concepto de “inteligencia emocional”
ha surgido, alegando que la madurez emocional es tan importante como lo
son las habilidades mentales, en ambas esferas personales y
profesionales. La tendencia a ver las emociones que operan por separado y aparte de racional o capacidades intelectuales, se remonta a los tiempos de los antiguos griegos. Por
lo tanto, históricamente, pensar y sentir, o el intelecto y la emoción a
menudo han sido retratadas como fuerzas opuestas que ejercen una
batalla incesante para el control sobre la psique humana.
Platón sostenía que las emociones fuertes hicieron imposible para él pensar, y describió las emociones como los caballos salvajes que tuvieron que ser refrenados por el intelecto, mientras que la teología cristiana ha considerado tradicionalmente muchas emociones como pecados y tentaciones que deben superarse por la razón y la fuerza de la voluntad.
Tradicionalmente, el intelecto se tuvo en muy alta estima, mientras que las emociones eran consideradas “irracionales”
y recibieron poco reconocimiento. Sin embargo, una versión moderna del
examen de las emociones, nos presenta una perspectiva totalmente nueva,
proporcionando una comprensión más amplia del sistema emocional e
iluminando los papeles críticos que las emociones juegan en la
experiencia humana, el rendimiento, y la racionalidad.
La mayoría de los investigadores contemporáneos coinciden en que la cognición y la emoción son distintas funciones mediadas por sistemas neurales separados, pero interconectados. En lugar de estudiar estos sistemas de forma aislada, están tratando de comprender las interacciones dinámicas esenciales que se producen entre ellos. Desde una perspectiva de la neurociencia, varias formas interesantes de interacción han sido descubiertas que enlazan los centros cognitivos con lo emocional y demás áreas de procesamiento del cerebro.
El Descubrimiento de las Conversaciones entre el Corazón y el Cerebro
Entre los primeros investigadores psicofisiológicos modernos que sistemáticamente examinaron las “conversaciones” entre el corazón y el cerebro estan John y Beatrice Lacey. Durante 20 años de investigación y a lo largo de los años 1960 y 1970, observaron que los impulsos aferentes del sistema cardíaco y cardiovascular podían afectar significativamente la percepción y el comportamiento. Su investigación produjo pruebas del comportamiento neurofisiológico que sugiere que la integración sensorial-motora podría ser modificadas por la actividad cardiovascular.
Los Laceys encontraron que las tareas que requieren concentración mental o atención a estímulos internos (por ejemplo, el cálculo mental, la ortografía inversa, o formar oraciones al revés) producen una aceleración de la frecuencia cardíaca y un incremento en la conductancia de la piel. En contraste, de las tareas que requieren atención al medio ambiente externo (por ejemplo, detectar colores y patrones o enfatizar una recitación dramática); Los Laceys
también mostraron que los patrones de respuestas fisiológicas se vieron
afectadas tanto por el contexto de una tarea específica, y sus
requerimientos como por sus estímulos emocionales.
En resumen, la evidencia ahora demuestra claramente que las señales aferentes de el corazón influyen significativamente en la actividad cortical.
En concreto, ahora sabemos que mensajes aferentes desde el sistema
cardiovascular no sólo se retransmiten al tronco cerebral, para ejercer
efectos homeostáticos en la regulación cardiovascular,
sino también tener efectos distintos sobre los aspectos de mayor
actividad de la percepción y procesamiento mental.
La Fabricación de las Emociones: Una Visión Convergente
Con este entendimiento en mente, podemos ver la experiencia de la emoción como emerge de una serie compleja de interacciones, que ocurren dentro de un complejo sistema.
En términos generales, sus principales componentes incluyen el cerebro,
el sistema nervioso, el sistema hormonal, y el cuerpo. Aunque hay
numerosas fuentes de entrada del cuerpo al cerebro, al corazón se le da especial relevancia en lo emocional debido a su grado único de impulsos aferentes y su generación constante de patrones rítmicos dinámicos, que están estrechamente acoplados con los cambios del estado emocional.
Este procesamiento se produce en los niveles inconscientes, a menos que se capture la atención, y de lugar a cambios en los patrones de actividad autonómica que fluye descendiendo al cuerpo. Esta entrada ascendente corporal es crucial para filtrar la experiencia de una emoción, y puede o no reforzarse a nivel cognitivo. El proceso continúa, el sistema hace ajustes externos e internos con el fin de mantener la estabilidad, y, dependiendo de el resultado, puede favorecer y añadir texturas a la experiencia emocional.
Por supuesto, esto es sólo un
ejemplo, ya que el proceso también puede ser iniciado por cambios en los
sistemas internos solos, así como a través de muchas combinaciones de
interacciones de los sistemas sensoriales internos y externos con los
patrones de referencia y recuerdos.
¿La Mente y el Corazón Fabrican Emociones? Nuevos datos revelan que la
comunicación entre el cuerpo y el cerebro es mucho más sofisticada y
compleja de lo que se imaginaba. La relación entre la mente y las
emociones se han debatido largamente a lo largo de la historia, con la
mayoría de las escuelas del pensamiento.
visto en: http://sanazion.com
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