Desde hace ya varios años, gobiernos y organizaciones
internacionales han lanzado campañas educativas apuntaladas en la
distribución de tecnología. Desde la famosa "one laptop per child" del MIT y
la ONU hasta más recientes campañas en todo el mundo que entregan iPads
en las escuelas a niños pequeños. La idea motriz, casi siempre aceptada
sin cuestionarse, es que estas herramientas son muy poderosas para
llevar al mundo a ñiños marginados y darles grandes oportunidades. Poco
se discuten algunos efectos secundarios.
La maestra de escuela de Virginia (Estados Unidos), Launa Hall, ha escrito un artículo en el Washington Post relatando lo que ocurrió cuando fue obligada a darles a iPads a sus estudiantes, luego de que su escuela recibiera un financiamiento que significó un iPad o computadora por niño, bajo el entendido de que estos aparatos aumentarían la experiencia de aprendizaje de los niños.
Hall cuenta que los iPads tuvieron algunas cosas positivas. Sus estudiantes los utilizaron para grabar minicomerciales, se grabaron explicando problemas de matemáticas, hicieron videos y canciones y ella grabó una minitarea para que ellos la vieran en casa. Pero esto fue contrarrestado por algo quizás más importante que este pequeño boom de creatividad mediática.
Según la maestra de tercer grado de primaria, pocos días después de que cada uno empezara a usar su iPad notó una preocupante tendencia: los niños dejaban de hablar entre ellos. Por una parte esto podría parecer bueno, discutían menos y se peleaban menos (y útil para quien no tiene tiempo de escuchar y lidiar con los problemas), pero habían dejado también de compartir e involucrarse. Un día la maestra sacó un juego de LEGO, que antes había sido celebrado, y ninguno de los niños quiso jugar. Todos los que han mostrado un iPad a un niño saben que su touch screen y los juegos que suelen traer son el juguete perfecto (o el caramelo perfecto, si los niños son muy pequeños), hecho a la medida para cautivar su atención. Hall explica:
Los niños necesitan aprender habilidades de comunicación - cómo llevarse con los demás y mantener su propia posición. Necesitan hablar y escuchar en la escuela, con sus compañeros y con adultos con los que puedan modelar habilidades conversacionales. Los iPads sutilmente mermaron esta importante tarea. Mis pequeños ruidosos y entusiastas habían dejado de hablar y adoptado la posición del cuello encorvado, conectados, pulsando y tecleando.
Según informa el sitio Quartz, esto parece ser un problema ya entre preadolescentes que están teniendo problemas para conversar, de acuerdo con la investigadora Sherry Turkle, autora de Reclaiming Conversation: The Power of Talk in a Digital Age.
Por otro lado un reciente estudio realizado por la Organization for Economic Cooperation and Development notó que los países que han invertido mucho en tecnología de la información para la educación no han visto mejorías en el desempeño en lectura, ciencia ni matemáticas.
Algunos analistas sugieren que el problema de llenar a los niños de apps en las que realizan ciertas tareas, ejercicios o experiencias virtualmente es que esto está sustituyendo que las hagan en el mundo real. Construyen una casa o resuelven un problema de matemáticas en la pantalla pero nunca lo han hecho en el mundo real; entonces las sustituciones no pueden apreciarse como metáforas, ya que no tienen el referente. Esto hace que en vez de que los ensayos virtuales enriquezcan la experiencia real - como puede ocurrir en personas que tienen ya la experiencia de lo real - en algunos casos las aneguen y las vayan haciendo cada vez más difíciles.
Hall menciona que los iPads ciertamente tienen importantes aplicaciones, el problema es que son demasiado poderosas y llegan a "abrumar el ambiente". Evidentemente, es necesario educarnos a nosotros mismos sobre los efectos que tiene la tecnología antes de buscar educar a los niños con ella.
La maestra de escuela de Virginia (Estados Unidos), Launa Hall, ha escrito un artículo en el Washington Post relatando lo que ocurrió cuando fue obligada a darles a iPads a sus estudiantes, luego de que su escuela recibiera un financiamiento que significó un iPad o computadora por niño, bajo el entendido de que estos aparatos aumentarían la experiencia de aprendizaje de los niños.
Hall cuenta que los iPads tuvieron algunas cosas positivas. Sus estudiantes los utilizaron para grabar minicomerciales, se grabaron explicando problemas de matemáticas, hicieron videos y canciones y ella grabó una minitarea para que ellos la vieran en casa. Pero esto fue contrarrestado por algo quizás más importante que este pequeño boom de creatividad mediática.
Según la maestra de tercer grado de primaria, pocos días después de que cada uno empezara a usar su iPad notó una preocupante tendencia: los niños dejaban de hablar entre ellos. Por una parte esto podría parecer bueno, discutían menos y se peleaban menos (y útil para quien no tiene tiempo de escuchar y lidiar con los problemas), pero habían dejado también de compartir e involucrarse. Un día la maestra sacó un juego de LEGO, que antes había sido celebrado, y ninguno de los niños quiso jugar. Todos los que han mostrado un iPad a un niño saben que su touch screen y los juegos que suelen traer son el juguete perfecto (o el caramelo perfecto, si los niños son muy pequeños), hecho a la medida para cautivar su atención. Hall explica:
Los niños necesitan aprender habilidades de comunicación - cómo llevarse con los demás y mantener su propia posición. Necesitan hablar y escuchar en la escuela, con sus compañeros y con adultos con los que puedan modelar habilidades conversacionales. Los iPads sutilmente mermaron esta importante tarea. Mis pequeños ruidosos y entusiastas habían dejado de hablar y adoptado la posición del cuello encorvado, conectados, pulsando y tecleando.
Según informa el sitio Quartz, esto parece ser un problema ya entre preadolescentes que están teniendo problemas para conversar, de acuerdo con la investigadora Sherry Turkle, autora de Reclaiming Conversation: The Power of Talk in a Digital Age.
Por otro lado un reciente estudio realizado por la Organization for Economic Cooperation and Development notó que los países que han invertido mucho en tecnología de la información para la educación no han visto mejorías en el desempeño en lectura, ciencia ni matemáticas.
Algunos analistas sugieren que el problema de llenar a los niños de apps en las que realizan ciertas tareas, ejercicios o experiencias virtualmente es que esto está sustituyendo que las hagan en el mundo real. Construyen una casa o resuelven un problema de matemáticas en la pantalla pero nunca lo han hecho en el mundo real; entonces las sustituciones no pueden apreciarse como metáforas, ya que no tienen el referente. Esto hace que en vez de que los ensayos virtuales enriquezcan la experiencia real - como puede ocurrir en personas que tienen ya la experiencia de lo real - en algunos casos las aneguen y las vayan haciendo cada vez más difíciles.
Hall menciona que los iPads ciertamente tienen importantes aplicaciones, el problema es que son demasiado poderosas y llegan a "abrumar el ambiente". Evidentemente, es necesario educarnos a nosotros mismos sobre los efectos que tiene la tecnología antes de buscar educar a los niños con ella.
Comentario: Es curioso que las grandes corporaciones tecnológicas estén invirtiendo en alienar cada vez más a los niños; intencionalmente o no. Recordemos cómo antes en la infancia a los niños les bastaba cualquier cosa para entretenerse y jugar entre ellos. De esta forma podían crear relaciones con otros niños en su entorno y no se aislaban en el mundo de un aparato electrónico. ¿Cuál será realmente el fin de toda esta inversión? ¿Crear más zombies?
Recomendamos la siguiente conferencia, donde se analiza cuál es el impacto que tiene estar pegados a una pantalla digital todo el tiempo. Esto no sólo afecta a los niños, sino también a jóvenes y adultos que viven con un smartphone y cada vez se alejan más de la realidad y la interacción real con otras personas.
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