Historias de amor que quedaron separadas por las circunstancias, pero cuya llama en el corazón de sus protagonistas nunca terminará por apagarse.
Quizás no encuentren lo que andan buscando, pero al evocar recuerdos siempre darán con la mejor etapa de su vida, invadiéndoles unos pensamientos, nostalgia y sentimientos que bien podrían ser escritos en un libro como los versos más apasionados que alguien puede llegar a leer.Historias de amor de una madre con su hija enferma, que lleva toda la vida con el mismo decorado en su casa para no perturbarla y con la misma esencia en su rostro de amor y esperanza, porque su hija un día llegó a hacer dentro de esos muros lo que nunca le dijeron que conseguiría.
Una madre aferrada a ese recuerdo y al amor y servicio por su hija. No la llamarán madre coraje pero lo es, las madres corrientes están caracterizadas por poseer un coraje demasiado valiente como para no llamarle extraordinario.
Cambios personales que merecen una medalla al mérito que nunca será colgada
Historias de cambio como la de un niño con una infancia rota, al que todo el mundo daba por perdido pero que logró encontrarse a sí mismo pese a todo y a todos, y que hoy ha cumplido su sueño de Graduarse en la Universidad.Acogerá la última nota con orgullo y volverá andando a su pequeño apartamento mirando alrededor y siendo consciente de que está viviendo una sensación única en su vida. Se cruzará con gente corriente que hace sus compras y pasea, siendo uno más de la muchedumbre corriente que cambia su vida y por tanto el mundo.
O esa mujer que tras pasar un matrimonio tormentoso sometida al yugo de la indiferencia y la anulación, sale de su segunda clase de pintura en la que ha encontrado por primera vez en muchos años personas con las que hablar de cosas bellas, sin temor a que le digan que solo dice tonterías.
Se siente feliz y llena, aunque solo sea una clase corriente organizada por una asociación de su barrio de toda la vida, que ahora para ella parece tener un ritmo distinto y un brillo especial.
Perros y niños jugando en la naturaleza, tan bella y corriente
Una escena de lo más habitual. Un niño que construye figuras de tierra, junto a un perro que lo mira atentamente y que estaría encantado de deshacer todo lo que está haciendo.Se acerca y al niño parece no importarle: se retuerce por la tierra con él, le acaricia su hocico y empieza a correr para que éste le persiga. Excitados y llenos de inocencia los dos, hacen reír a sus acompañantes; madre y dueño correspondientes.
“A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.”
La alegría es tan contagiosa que no hace falta decir nada más. El niño se despide de su amigo especial, parece que va a llover. Los árboles empiezan a reaccionar ante las tempestades que vienen cada vez más fuertes y hacen caer aun más sus hojas.
Mientras que caen, el pánico empieza a apoderarse de las personas que allí están, aunque a muchos de ellos les gusta el olor a mojado que hace prever un chaparrón. Sueñan ahora con refugiarse en su casa tomando una taza de leche caliente viendo la lluvia caer a través de la ventana.
Son historias y personas corrientes, pero jamás las subestimes porque muchas de ellas devuelven sentido a la vida, aunque nunca queden reflejadas para siempre. Ahí reside su encanto.
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