¿Porqué ha fracasado el matrimonio? En primer lugar porque surgió a consecuencia de unas convenciones antinaturales. Hemos intentado convertirlo en algo permanente, sagrado, sin conocer los principios elementales de la sacralidad ni saber nada de la eternidad… Y en lugar de que el matrimonio sea un cielo, se ha convertido en un infierno. En lugar de ser sagrado, ha caído por debajo de lo profano…
El matrimonio se ha convertido en un campo de batalla en el que dos personas luchan por la supremacía…
Dos enemigos viven juntos pretendiendo estar enamorados y esperando que el otro les dé amor. Pero nadie quiere dar nada, nadie tiene nada que dar. Si no tienes amor, ¿qué puedes dar?…
Antes del matrimonio todo eran palabras bonitas y cariños; los dos hacían todo lo posible por atraer al otro, por atraparlo. Y una vez casados, cuando interviene la ley y la sociedad os da la libertad para vivir juntos, se acaba la luna de miel. Todo se ha acabado incluso antes de volver de la luna de miel…, todo se ha acabado porque has conocido al otro tal como es, y es horrible…
El único síntoma significativo del amor es que no trata de poseer, sino al contrario, te da libertad. Se alegra de la felicidad del otro. No mendiga; no es un mendigo. Es un emperador. Sólo da, y lo hace sin condiciones.
Pero en la vida actual, llevamos siglos pidiendo al otro que nos dé; y el otro hace lo mismo. Ambos son mendigos y tienen el cuenco vacío; no tienen nada que dar. Y se convierte en una lucha, en una batalla…
Yo sugiero que el matrimonio no es necesario y tampoco las almas gemelas, basta con la amistad…
Simplemente ser amigo del otro es más de lo que puede esperarse del hombre actual.
Si te olvidas de las viejas supersticiones…que si un hombre o una mujer te ama deberá hacerlo para siempre… El amor es muy delicado. Es como una flor; es bonita pero muy frágil. Florece por la mañana y por la noche ha desaparecido, los pétalos se han caído. Lo que por la mañana era hermoso, por la noche se ha convertido en una tumba. La vida cambia, es un fenómeno que cambia constantemente.
Cuando digo que hay que tener mucha comprensión, me refiero a que hay que dejar a un lado el antiguo concepto de la relación permanente. Hay que vivir cada momento, hay que vivirlo como si fuera el último. No pierdas el tiempo en disputas, reproches ni riñas. Quizá no encuentres otro momento para pedir disculpas…
La idea misma de tener una relación permanente y vitalicia te hace posponer lo esencial y hacer cosas que no son esenciales; y más que eso, te hace hacer idioteces.
La gente pelea por cosas tan insignificantes que cuando vuelven a sus cabales, ellos mismos se ríen…
El concepto de una relación permanente es equivocado, pero te lo han impuesto los poetas, el clero y todo el mundo. No estoy diciendo que dos personas no puedan vivir en profunda amistad toda la vida. Pueden hacerlo, pero no debería ser una condición, sino el florecimiento libre de una amistad. Un día, uno de los dos puede decir: “Estoy agradecido por todos los bellos momentos que me has dado, pero nuestros caminos se separan. Es triste… pero te recordaré para siempre. No quiero que la vida contigo se convierta en un infierno. No quiero destruir todo lo bello, porque se destruirá hasta en el recuerdo. Basta con que haya una amistad”…
Una mujer y un hombre independientes se sienten bien estando juntos sólo por la amistad que los une. Y mientras se sientan bien, podrán seguir estando juntos. En cuanto sientan que las cosas no están bien, no tienen que prolongar su historia. Pueden decirse adiós el uno al otro. No tienen por qué mediar leyes ni gobiernos, la sociedad no tiene que autorizarlo; ¿quiénes son para interferir en tu vida?”…
No hace falta llamarlo matrimonio, ni almas gemelas, ni buscar palabras altisonantes…, ¡son palabras al viento! Usa palabras sencillas. Sientes amistad hacia alguien y estás feliz con esa persona. Mientras te sientas feliz todo irá bien. En el momento que surjan los problemas, podéis separaros. El matrimonio ha sido la causa de muchos horrores en el mundo, más de los que puedas imaginarte”.
Fuente: Osho – Maestro
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