Cada
vez hay más evidencias de que la infancia es una etapa primordial en la
formación del carácter.Al parecer,permitir el desarrollo entre la
libertad, los límites y la vinculación afectiva es la clave. E. Reichert
nos habla de ello en esta entrevista.
Aprovechando
su viaje a Barcelona desde São Paulo (Brasil), hemos podido entrevistar
a Evânia Reichert. Se trata de una mujer que observa, que escucha y que
habla pausadamente, y que se interesa por la situación de la infancia
en nuestro país. El diálogo entre teoría psicológica, práctica educativa
y debate polí- tico está servido.
Su libro se titula “Infancia, la edad sagrada” ¿Por qué?
Porque
es un período que precisa ser visto como un tiempo realmente sagrado.
No en un sentido esotérico sino porque la preservación de todo lo que se
está formando en esa edad es determinante para la vida humana.
¿Como un período que se ha de proteger… pero sin sobreproteger?
Ahí
tenemos una dicotomía: por un lado hay una menor conexión del adulto
con la subjetividad infantil, y, por otro, una mayor sobreprotección,
que ejerce una presión muy negativa sobre los niños y niñas. No hay nada
peor en nuestras vidas que no podernos desenvolver.Y en cuanto la
infancia está sobreprotegida, está cercenada en su desarrollo, no puede
desenvolverse: está oprimida dentro de una protección excesiva.
Usted habla de los avances científicos que confirman ideas que ya tenía la psicología. ¿Qué nos ofrece hoy la neurociencia?
Nos
aporta exámenes y datos comprobados científicamente,informaciones muy
buenas para el debate y los cambios, para justificar cosas que estaban
en el campo de la subjetividad. Por ejemplo,que el contacto corporal es
determinante en el inicio de la vida para la construcción del cerebro
porque favorece la producción de una hormona que estimula las sinapsis.
En especial,de 1 a 3 años se da un desarrollo fundamental para el
cerebro.
A menudo se habla de estimular mucho a los pequeños, con música por ejemplo. ¿Cuál es el estímulo del que hablamos?
Lo
más importante es la autorregulación, posibilitar al niño que pueda
autorregularse (ver recuadro) porque va a determinar todo lo que vendrá
después: ansiedades, inquietudes, dificultades de relación…: todo. La
matriz está allí. En ese sentido, un estímulo excesivo perturba: hasta
los 28 días, el bebé es un recién nacido y ese período necesitamos
repensarlo porque, aunque sea una fiesta, debemos ver lo que el bebé
necesita. Hay muchas visitas, muchos estímulos como “Lo cojo en brazos,
te lo paso a ti, me lo pasas a mí”, mientras el bebé está en un período
muy sensible y los estímulos deben estar muy equilibrados.
Un
bebé de un mes no debe ser estimulado; necesita silencio para que
psique y cuerpo se integren. Si hay mucha interferencia, esa integración
no se da y, entonces, tenemos una formación de rupturas, que muchas
veces forman núcleos psicóticos. La única estimulación necesaria es el
contacto físico… ¡relajante! Y luego puede irse ampliando.
La cuestión social: necesitamos cambios urgentes
¿Cuáles son las principales dificultades para criar en la autorregulación?
En
São Paulo, en Brasil, los niños y niñas pasan días enteros dentro de
los pisos, entre videojuegos, televisión y ordenador. No tienen espacio,
ni naturaleza, ni los padres en casa, que cuando llegan están cansados,
con tareas por hacer y descargan su irritación… ¡sobre los niños! Yo
debo ver cómo está y qué necesita el niño, y además tengo que
autorregularme primero si quiero criarle con autorregulación. Cuando
empiece a hacerlo, reconsideraré todo el sistema viendo, por ejemplo, si
su escuela respeta o no esa autorregulación.
Pero
cabe preguntarse si no culpabilizamos a madres y padres con esa
responsabilidad. Quizá sea algo que incumbe a toda la sociedad…
Quiero
dejar claro que éste es un tema político y social. Esas madres o padres
lo tienen muy difícil si deben trabajar muchas horas para mantener a su
familia, muchas más de las que hacíamos en otra época. Es un todo
social. Yo llevo tiempo participando en mesas redondas sobre derechos
laborales, licencia de paternidad; temas que no están todavía en los
debates políticos. Estamos dentro de un movimiento en Brasil para la
ampliación del permiso de maternidad, de 5 a 6 meses.
Más que en el Estado español, donde tenemos 4 meses.
Luchamos
por los 6 meses porque ¡es el mínimo que un bebé necesita! En esas
mesas redondas, hay quien alega que aumentar ese período tiene un coste
muy alto para las empresas y para el Estado. Pero un grupo nuestro ha
presentado datos sobre el alcance de las bajas por depresión: el coste
para el Estado, para las empresas, los números concretos. Muchas de las
depresiones se originan al comienzo de la vida (y esto lo afirma la OMS,
que promueve la prevención de la hiperactividad y la depresión desde el
inicio de la vida); sabiendo que esto sucede justo en el período de
licencia de maternidad, ¿cuál es el coste de ampliarla, comparado con el
coste de todas esas ausencias por depresión y sus consecuencias? Esto
se puede preveer, y es urgente que nos ocupemos de ello.
Retomando
los cuidados en esa fase inicial, ¿qué sería lo que Winicott llama “una
segunda madre o un cuidador suficientemente bueno”?
No
se trata de una madre buenecita, ni de un padre sufridor sino de
alguien que está atento a las necesidades del bebé, que entiende lo que
precisa en cada momento,que respeta su ritmo,que incluso puede darle
contención. En resumen, que es capaz de salir de su egocentrismo para
mirar al otro.
Entre
la compulsión a educar y la autorrepresión frente a educar,¿cómo
situarnos en lo que llama el punto óptimo, ni en el permisivismo o en la
represión excesiva?
Los
adultos debemos comprender lo que está sucediendo y se está formando en
cada momento, y qué necesidades tiene en esa fase. Partiendo de esta
premisa, ese “punto óptimo” vendrá de su sensación y de su sabiduría,
porque no hay una fórmula para todos. Depende de la condición social,de
la cultura, del lugar, del tipo de familia. La compulsión a educar es la
tendencia del adulto a creer que siempre está en lo cierto, incluso
cuando está equivocado y no puede reconocerlo frente al niño o al
adolescente porque cree que va a perder la autoridad.Queremos,por otra
parte,hacerl o contrario: no vamos a ser autoritarios ni duros, vamos a
ser libres.Y nos equivocamos otra vez, porque ni la rigidez ni la
libertad sin límites permiten la autorregulación: para eso, se precisa
espacio para poderse expresar y contención para tener seguridad.
¿Lo que en otro tiempo fueron la moral y la represión, que iban en contra de la autorregulación, qué sería hoy?
Vivimos
un cambio en los modos de relacionarse. De una represión moral muy
grande, hemos ido hacia algo más ligero, no tan rígido. Pero también hay
una pérdida de contacto, de afectos, de espacios de convivencia entre
hijos y familia. Una desconexión cultural con la infancia. Los pequeños
van a la guardería muy pronto,(y deberíamos tener unas guarderías
afectivas,¡muy afectivas!). La falta de contacto, las guarderías
precoces y,también, que los adultos reproduzcan los problemas de su
infancia al educar son elementos que se influyen mutuamente. Hoy
aparecen como autoritarismo o como lo contrario: miedo de ser
autoritario, no poniendo límites. El síndrome del niño emperador tiene
que ver con la falta de autorregulación, como otra consecuencia de la
falta de presencia y de contacto.
El tópico de la autorregulación pinta un niño que hace lo que quiere, sin más. ¿Cómo reconocemos a un niño autorregulado?
Es
un niño o niña que tiene la capacidad de expresar y de ser espontáneo
pero respetuoso, y que tiene un límite. Ante lo que le sucede se
expresa, se sitúa, no está reprimido ni es miedoso, es pacífico, es
afectivo. Son niños y niñas muy amorosos, muy expresivos. Creo que la
autorregulación posibilita la flexibilidad de la persona. La confusión
más grande que existe en torno a W. Reich es la de aquellos que creen
que la educación en libertad es libertinaje, ausencia de límites. Reich
dice que la libertad en la educación es la libertad de ser, de que el
ser pueda constituirse; la autorregulación contempla también la
contención porque, sin ello, no puede darse.
La
autorregulación: Reichart es seguidora, entre otros, de W. Reich,
especialmente de su concepto de autorregulación. Según esa idea, la
educación debe respetar los ritmos y cualidades de los niños, sin
reprimir la expresión de los deseos y las emociones, para impedir que se
creen “corazas” emocionales. La libertad y el respeto implican también
evitar una sobreprotección que impida el desarrollo pleno. La
autorregulación, pues, precisa también de contención y límites.
¿Qué
relación tiene esto con el aprendizaje? Porque otro tópico dice que si
potenciamos la autorregulación y la libertad, luego no querrán aprender
ni esforzarse.
La
primera infancia la podemos considerar como un fondo de reservas para
toda la vida: todo lo que vendrá después, podrá coger de ese fondo de
reserva. En la fase genital infantil, cuando comienza el descubrimiento
de la sexualidad y la identidad de niño o niña (entre 3 y 5 años), es
cuando junto a la pulsión sexual nace una pulsión que llamamos
epistemofílica, es decir la pulsión por el conocimiento y, como si fuera
un mismo río, las dos cosas nacen juntas. Si reprimimos esas pulsiones
con mucha dureza, eso se divide. Ahí nace la curiosidad, la anatómica,
viendo las diferencias entre uno y otro; inicialmente entre masculino y
femenino, pero es el inicio de un campo de conocimiento enorme. Si eso
se permite,sin una represión excesiva, va a mantener la curiosidad, y va
a interesarse por ésta y por otras muchas cosas, porque se amplía mucho
el estímulo por el conocimiento. Creo que lo que está faltando en el
aprendizaje es toda la estimulación del contacto: con madres y padres,
con cuidadores, con escuelas constructivas. En las escuelas Waldorf
prohíben el uso del ordenador antes de los 6 años, y tiene un sentido
porque a esa edad tienen que experimentar con todo el cuerpo: música,
danza, movimiento, integración, energía, ritmo, habilidades motoras…,
para que, cuando surja la pulsión epistemofílica,todo ese fondo de
reserva esté lleno de experiencias, de sensibilidad, de motricidad fina y
gruesa. Automáticamente, toda esa pulsión de energía irá adelante por
placer, por erotismo intelectual. Existe ese erotismo: el placer de
estudiar, de conocer. Reich afirma que la sublimación (es decir, el
hecho de que los instintos corporales se convierten en intelectuales) se
da por satisfacción, y no por represión, como afirmaba Freud. Es una
sublimación más efectiva.
En este sentido, la escuela está todavía impregnada de esa represión, cuando contrapone placer y esfuerzo.
Sin
duda, la escuela también necesita cambiar. Pasar mucho tiempo sentado
en una silla, con un sistema muy tradicional, ¡como en otra época!
Entonces lo que el niño hace (y lo sabe hacer muy bien) frente a su
necesidad de actividad es hacerla con la cabeza: desconecta y se sienta
así [se deja caer sobre el asiento]. Busca lo que su cuerpo necesita
porque está enfadado, está cansado, está desestimulado.
En
tu libro describes con detalle cada fase y los posibles bloqueos. Pero,
¿hasta qué punto es determinante? Si mi hija tuvo un trauma o un
bloqueo y no pude ayudarla entonces, ¿qué puedo hacer cuando han
transcurrido dos años?
Creo
que siempre existe una posibilidad fuerte y clara de crecer, a no ser
que tenga algún trastorno grave. La vida y el desarrollo son fascinantes
porque siempre se puede avanzar, pero debo entender cómo. Por
ejemplo,si alguien quedó fijado en lo que llamamos la fase oral, debemos
hacerle pasar al siguiente estadio. Esto lo puedo trabajar haciendo que
se dé cuenta de cómo su conducta actual (quiere más de lo que
tiene,tiene su agenda excesivamente llena porque tiene una perturbación
del tiempo…), tiene relación con esa fijación. Estas pequeñas cosas
modifican la energía del proceso, y en este proceso vamos avanzando.
AUTOR: Miquel Àngel Alabart, director de Crecer en Familia.
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