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19 sept 2015

Entrevista a Evânia Reichert: “La primera infancia es como un fondo de reservas para toda la vida”


Evania Reichert 
Cada vez hay más evidencias de que la infancia es una etapa primordial en la formación del carácter.Al parecer,permitir el desarrollo entre la libertad, los límites y la vinculación afectiva es la clave. E. Reichert nos habla de ello en esta entrevista.

 Aprovechando su viaje a Barcelona desde São Paulo (Brasil), hemos podido entrevistar a Evânia Reichert. Se trata de una mujer que observa, que escucha y que habla pausadamente, y que se interesa por la situación de la infancia en nuestro país. El diálogo entre teoría psicológica, práctica educativa y debate polí- tico está servido.

  Su libro se titula “Infancia, la edad sagrada” ¿Por qué?

Porque es un período que precisa ser visto como un tiempo realmente sagrado. No en un sentido esotérico sino porque la preservación de todo lo que se está formando en esa edad es determinante para la vida humana.


¿Como un período que se ha de proteger… pero sin sobreproteger?
Ahí tenemos una dicotomía: por un lado hay una menor conexión del adulto con la subjetividad infantil, y, por otro, una mayor sobreprotección, que ejerce una presión muy negativa sobre los niños y niñas. No hay nada peor en nuestras vidas que no podernos desenvolver.Y en cuanto la infancia está sobreprotegida, está cercenada en su desarrollo, no puede desenvolverse: está oprimida dentro de una protección excesiva.

 Usted habla de los avances científicos que confirman ideas que ya tenía la psicología. ¿Qué nos ofrece hoy la neurociencia?
Nos aporta exámenes y datos comprobados científicamente,informaciones muy buenas para el debate y los cambios, para justificar cosas que estaban en el campo de la subjetividad. Por ejemplo,que el contacto corporal es determinante en el inicio de la vida para la construcción del cerebro porque favorece la producción de una hormona que estimula las sinapsis. En especial,de 1 a 3 años se da un desarrollo fundamental para el cerebro.

 A menudo se habla de estimular mucho a los pequeños, con música por ejemplo. ¿Cuál es el estímulo del que hablamos?

Lo más importante es la autorregulación, posibilitar al niño que pueda autorregularse (ver recuadro) porque va a determinar todo lo que vendrá después: ansiedades, inquietudes, dificultades de relación…: todo. La matriz está allí. En ese sentido, un estímulo excesivo perturba: hasta los 28 días, el bebé es un recién nacido y ese período necesitamos repensarlo porque, aunque sea una fiesta, debemos ver lo que el bebé necesita. Hay muchas visitas, muchos estímulos como “Lo cojo en brazos, te lo paso a ti, me lo pasas a mí”, mientras el bebé está en un período muy sensible y los estímulos deben estar muy equilibrados.


 Un bebé de un mes no debe ser estimulado; necesita silencio para que psique y cuerpo se integren. Si hay mucha interferencia, esa integración no se da y, entonces, tenemos una formación de rupturas, que muchas veces forman núcleos psicóticos. La única estimulación necesaria es el contacto físico… ¡relajante! Y luego puede irse ampliando.

  La cuestión social: necesitamos cambios urgentes

 ¿Cuáles son las principales dificultades para criar en la autorregulación?

En São Paulo, en Brasil, los niños y niñas pasan días enteros dentro de los pisos, entre videojuegos, televisión y ordenador. No tienen espacio, ni naturaleza, ni los padres en casa, que cuando llegan están cansados, con tareas por hacer y descargan su irritación… ¡sobre los niños! Yo debo ver cómo está y qué necesita el niño, y además tengo que autorregularme primero si quiero criarle con autorregulación. Cuando empiece a hacerlo, reconsideraré todo el sistema viendo, por ejemplo, si su escuela respeta o no esa autorregulación.

 Pero cabe preguntarse si no culpabilizamos a madres y padres con esa responsabilidad. Quizá sea algo que incumbe a toda la sociedad…
 
Quiero dejar claro que éste es un tema político y social. Esas madres o padres lo tienen muy difícil si deben trabajar muchas horas para mantener a su familia, muchas más de las que hacíamos en otra época. Es un todo social. Yo llevo tiempo participando en mesas redondas sobre derechos laborales, licencia de paternidad; temas que no están todavía en los debates políticos. Estamos dentro de un movimiento en Brasil para la ampliación del permiso de maternidad, de 5 a 6 meses.

Más que en el Estado español, donde tenemos 4 meses.

 Luchamos por los 6 meses porque ¡es el mínimo que un bebé necesita! En esas mesas redondas, hay quien alega que aumentar ese período tiene un coste muy alto para las empresas y para el Estado. Pero un grupo nuestro ha presentado datos sobre el alcance de las bajas por depresión: el coste para el Estado, para las empresas, los números concretos. Muchas de las depresiones se originan al comienzo de la vida (y esto lo afirma la OMS, que promueve la prevención de la hiperactividad y la depresión desde el inicio de la vida); sabiendo que esto sucede justo en el período de licencia de maternidad, ¿cuál es el coste de ampliarla, comparado con el coste de todas esas ausencias por depresión y sus consecuencias? Esto se puede preveer, y es urgente que nos ocupemos de ello.

 Retomando los cuidados en esa fase inicial, ¿qué sería lo que Winicott llama “una segunda madre o un cuidador suficientemente bueno”?

No se trata de una madre buenecita, ni de un padre sufridor sino de alguien que está atento a las necesidades del bebé, que entiende lo que precisa en cada momento,que respeta su ritmo,que incluso puede darle contención. En resumen, que es capaz de salir de su egocentrismo para mirar al otro.

 Entre la compulsión a educar y la autorrepresión frente a educar,¿cómo situarnos en lo que llama el punto óptimo, ni en el permisivismo o en la represión excesiva?

Los adultos debemos comprender lo que está sucediendo y se está formando en cada momento, y qué necesidades tiene en esa fase. Partiendo de esta premisa, ese “punto óptimo” vendrá de su sensación y de su sabiduría, porque no hay una fórmula para todos. Depende de la condición social,de la cultura, del lugar, del tipo de familia. La compulsión a educar es la tendencia del adulto a creer que siempre está en lo cierto, incluso cuando está equivocado y no puede reconocerlo frente al niño o al adolescente porque cree que va a perder la autoridad.Queremos,por otra parte,hacerl o contrario: no vamos a ser autoritarios ni duros, vamos a ser libres.Y nos equivocamos otra vez, porque ni la rigidez ni la libertad sin límites permiten la autorregulación: para eso, se precisa espacio para poderse expresar y contención para tener seguridad.

 ¿Lo que en otro tiempo fueron la moral y la represión, que iban en contra de la autorregulación, qué sería hoy?

Vivimos un cambio en los modos de relacionarse. De una represión moral muy grande, hemos ido hacia algo más ligero, no tan rígido. Pero también hay una pérdida de contacto, de afectos, de espacios de convivencia entre hijos y familia. Una desconexión cultural con la infancia. Los pequeños van a la guardería muy pronto,(y deberíamos tener unas guarderías afectivas,¡muy afectivas!). La falta de contacto, las guarderías precoces y,también, que los adultos reproduzcan los problemas de su infancia al educar son elementos que se influyen mutuamente. Hoy aparecen como autoritarismo o como lo contrario: miedo de ser autoritario, no poniendo límites. El síndrome del niño emperador tiene que ver con la falta de autorregulación, como otra consecuencia de la falta de presencia y de contacto.

 El tópico de la autorregulación pinta un niño que hace lo que quiere, sin más. ¿Cómo reconocemos a un niño autorregulado?

Es un niño o niña que tiene la capacidad de expresar y de ser espontáneo pero respetuoso, y que tiene un límite. Ante lo que le sucede se expresa, se sitúa, no está reprimido ni es miedoso, es pacífico, es afectivo. Son niños y niñas muy amorosos, muy expresivos. Creo que la autorregulación posibilita la flexibilidad de la persona. La confusión más grande que existe en torno a W. Reich es la de aquellos que creen que la educación en libertad es libertinaje, ausencia de límites. Reich dice que la libertad en la educación es la libertad de ser, de que el ser pueda constituirse; la autorregulación contempla también la contención porque, sin ello, no puede darse.

 La autorregulación: Reichart es seguidora, entre otros, de W. Reich, especialmente de su concepto de autorregulación. Según esa idea, la educación debe respetar los ritmos y cualidades de los niños, sin reprimir la expresión de los deseos y las emociones, para impedir que se creen “corazas” emocionales. La libertad y el respeto implican también evitar una sobreprotección que impida el desarrollo pleno. La autorregulación, pues, precisa también de contención y límites.

¿Qué relación tiene esto con el aprendizaje? Porque otro tópico dice que si potenciamos la autorregulación y la libertad, luego no querrán aprender ni esforzarse.

La primera infancia la podemos considerar como un fondo de reservas para toda la vida: todo lo que vendrá después, podrá coger de ese fondo de reserva. En la fase genital infantil, cuando comienza el descubrimiento de la sexualidad y la identidad de niño o niña (entre 3 y 5 años), es cuando junto a la pulsión sexual nace una pulsión que llamamos epistemofílica, es decir la pulsión por el conocimiento y, como si fuera un mismo río, las dos cosas nacen juntas. Si reprimimos esas pulsiones con mucha dureza, eso se divide. Ahí nace la curiosidad, la anatómica, viendo las diferencias entre uno y otro; inicialmente entre masculino y femenino, pero es el inicio de un campo de conocimiento enorme. Si eso se permite,sin una represión excesiva, va a mantener la curiosidad, y va a interesarse por ésta y por otras muchas cosas, porque se amplía mucho el estímulo por el conocimiento. Creo que lo que está faltando en el aprendizaje es toda la estimulación del contacto: con madres y padres, con cuidadores, con escuelas constructivas. En las escuelas Waldorf prohíben el uso del ordenador antes de los 6 años, y tiene un sentido porque a esa edad tienen que experimentar con todo el cuerpo: música, danza, movimiento, integración, energía, ritmo, habilidades motoras…, para que, cuando surja la pulsión epistemofílica,todo ese fondo de reserva esté lleno de experiencias, de sensibilidad, de motricidad fina y gruesa. Automáticamente, toda esa pulsión de energía irá adelante por placer, por erotismo intelectual. Existe ese erotismo: el placer de estudiar, de conocer. Reich afirma que la sublimación (es decir, el hecho de que los instintos corporales se convierten en intelectuales) se da por satisfacción, y no por represión, como afirmaba Freud. Es una sublimación más efectiva.

 En este sentido, la escuela está todavía impregnada de esa represión, cuando contrapone placer y esfuerzo.

Sin duda, la escuela también necesita cambiar. Pasar mucho tiempo sentado en una silla, con un sistema muy tradicional, ¡como en otra época! Entonces lo que el niño hace (y lo sabe hacer muy bien) frente a su necesidad de actividad es hacerla con la cabeza: desconecta y se sienta así [se deja caer sobre el asiento]. Busca lo que su cuerpo necesita porque está enfadado, está cansado, está desestimulado.

 En tu libro describes con detalle cada fase y los posibles bloqueos. Pero, ¿hasta qué punto es determinante? Si mi hija tuvo un trauma o un bloqueo y no pude ayudarla entonces, ¿qué puedo hacer cuando han transcurrido dos años?

Creo que siempre existe una posibilidad fuerte y clara de crecer, a no ser que tenga algún trastorno grave. La vida y el desarrollo son fascinantes porque siempre se puede avanzar, pero debo entender cómo. Por ejemplo,si alguien quedó fijado en lo que llamamos la fase oral, debemos hacerle pasar al siguiente estadio. Esto lo puedo trabajar haciendo que se dé cuenta de cómo su conducta actual (quiere más de lo que tiene,tiene su agenda excesivamente llena porque tiene una perturbación del tiempo…), tiene relación con esa fijación. Estas pequeñas cosas modifican la energía del proceso, y en este proceso vamos avanzando.



AUTOR: Miquel Àngel Alabart, director de Crecer en Familia.



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