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Las bacterias son conocidas sobre todo como células
individuales y de vida independiente, pero en realidad sus vidas son
mucho más complejas. Para sobrevivir a los entornos difíciles, los
individuos de muchas especies de bacterias cooperan estrechamente entre
sí, agrupándose y formando una biopelícula, un conjunto de células que
se mantiene firme por una resistente telaraña de fibras y que, a modo de
búnker, ofrece protección ante todo tipo de amenazas, incluyendo los
antibióticos.
Una biopelícula muy común en nuestra vida cotidiana es la placa dental que se forma en los dientes entre cepillados, pero las biopelículas pueden formarse casi en cualquier parte si se dan las condiciones adecuadas.
Una biopelícula muy común en nuestra vida cotidiana es la placa dental que se forma en los dientes entre cepillados, pero las biopelículas pueden formarse casi en cualquier parte si se dan las condiciones adecuadas.
Las biopelículas son un problema enorme en el ámbito sanitario. Cuando las bacterias que causan enfermedades establecen una biopelícula sobre un instrumento sensible, existe el riesgo de que se desencadenen infecciones si la amenaza pasa inadvertida, y además puede resultar imposible esterilizar debidamente el dispositivo sin deteriorarlo, lo que obliga a caros reemplazos. Así que la comunidad científica lleva tiempo buscando formas de impedir la formación de biopelículas.
Ahora, el equipo de la investigadora Mona Orr, de la Universidad de Maryland en Estados Unidos, ha encontrado una conexión importante en el proceso de formación de las biopelículas: una enzima apaga las señales que las bacterias usan para formar una biopelícula. El hallazgo tendrá repercusiones de gran alcance para el desarrollo de nuevos tratamientos, y algún día quizá no muy lejano podría ayudar a superar definitivamente el problema de las biopelículas.
Las bacterias forman biopelículas porque notan un cambio en el entorno. Lo hacen generando una molécula señalizadora, que se une a un receptor que activa la respuesta. Pero también necesitan una forma de apagar el interruptor, es decir, retirar la señal cuando ya no se la necesita. Orr y sus colegas han identificado la enzima que completa el proceso de apagado del interruptor.
El bien conocido conmutador que activa la formación de biopelículas es una molécula de señalización conocida como c-di-GMP. Muchas especies de bacterias que ocasionan enfermedades utilizan la c-di-GMP para señalizar la formación de biopelículas. Entre dichas bacterias figuran la Escherichia coli, la Salmonella enterica y la Vibrio cholerae.
Pero Orr y sus colegas son los primeros en identificar la molécula que completa el proceso de retirar la c-di-GMP de la célula, finalizando así el proceso de señalización de la biopelícula. La molécula es una enzima llamada oligorribonucleasa, y al igual que sucede con la c-di-GMP, es también común entre las especies bacterianas que causan enfermedades.
El equipo estudió el proceso en la bacteria Pseudomonas aeruginosa, una especie común de la cual se sabe que ocasiona infecciones en pacientes hospitalizados. Pero debido a las semejanzas genéticas y fisiológicas entre la P. aeruginosa y otras especies infecciosas, los investigadores creen que la oligorribonucleasa tiene la misma función en una amplia gama de bacterias.
Material adicional: http://www.pnas.org/content/early/2015/08/20/1507245112.abstract
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