QUÍMICOS TÓXICOS EN TOALLAS SANITARIAS.
En Agosto, Women´s Voices for The Earth, una asociación estadounidense dedicada a promover una vida saludable y libre de tóxicos para las mujeres y sus comunidades, dio a conocer los resultados de un estudio hecho a las toallas sanitarias Always de la empresa Procter & Gamble.
El estudio, realizado por un laboratorio independiente da cuenta de la presencia en toallas de químicos tóxicos como estireno (un carcinógeno), clorometano (un tóxico para la reproducción), cloroetano (un carcinógeno), cloroformo (un carcinógeno, tóxico para la reproducción, y neurotoxina) y acetona (un irritante). Ninguna de estas sustancias se da a conocer en los empaques de las toallas.
“Millones de mujeres usan estos productos mensualmente en una parte excepcionalmente sensible y absorbente del cuerpo” Alexandra Scranton, directora de ciencia e investigación de Women´s Voices for the Earth.
Women´s Voices for the Earth ha lanzado la campaña Detox the Box, que busca divulgar los resultados de este estudio, así como ejercer presión para que Procter & Gamble revele los componentes de sus productos en sus empaques, y retire los que son potencialmente dañinos.
La exigencia no es nueva, en los años sesenta en Estados Unidos, el movimiento de consumidoras centró su atención en las empresas de toallas y tampones, se organizaron a fin de que reconocieran su derecho a saber cuáles eran los componentes de sus productos. Lograron que los empaques de tampones incluyeran la advertencia explícita del riesgo de sufrir Síndrome de Shock Tóxico por usarlos.
Sabemos que toallas y tampones tienen tóxicos, ¿y qué podemos hacer?
Podemos usar otros productos que no sean tóxicos, como toallas de tela o la copa menstrual. Hacerlo es un cambio importante para la salud, el bolsillo, el medio ambiente. Sin embargo, no todas las personas que menstrúan tienen la posibilidad de usarlas; o no es la opción más cómoda para todas.
Vale la pena preguntarnos si sólo hay químicos tóxicos en las toallas y tampones. ¿Qué hay de las cremas, desodorantes, champús? ¿Los alimentos?
No se trata de caer en la paranoia y comer sólo ensalada de flores y untarse pachuli, sino de reconocer el lugar de desventaja que tenemos frente al gigantesco mundo del mercado y buscar formas de hacerle frente en nuestras prácticas y decisiones cotidianas. Una forma de hacerlo es tomando decisiones informadas. Diariamente usamos productos de los cuales no sabemos absolutamente nada, ya sea porque no nos tomamos el tiempo de leer las etiquetas, o porque simplemente no es información disponible.
Tomar un papel activo y central en el cuidado de nuestra salud implica asumir una actitud crítica e informada de lo que pasa por nuestros cuerpos.
Preguntarnos cómo se produce lo que consumimos, de qué está hecho, qué repercusiones tiene en mi cuerpo, en las personas que lo producen, en el medio ambiente, a dónde va cuando lo deseche o si puedo prescindir de comprarlo.
El problema no es sólo si los productos que uso me intoxican o no, sino que los uso sin saberlo.
Además, creo que es importante reconocer que las decisiones que tomo no tienen que ver sólo conmigo, sino que afectan a otrxs, humanos y no humanos. Que tal vez yo pueda tener acceso a información y decidir usar o no productos tóxicos, pero que hay millones de personas que no tienen alternativa, que están expuestas a químicos dañinos en sus hogares o lugares de trabajo. Al final creo que las pequeñas decisiones cotidianas pueden ir cambiando nuestros cuerpos, nuestras vidas y tal vez, si se hacen colectivamente, el mundo.
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