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23 abr 2015

GAS RADÓN

El gas Radón es un elemento radiactivo de la naturaleza. Surge de las cadenas de desintegración del uranio o del torio, presentes en algunas rocas como granitos o basaltos, que componen los suelos de algunas regiones de la corteza terrestre.
Por ser un gas que surge de las rocas de los suelos donde edificamos, se puede acumular en espacios cerrados y mal ventilados, especialmente en sótanos y garajes. Esto implica que en el interior de los edificios construidos sobre terrenos graníticos, basálticos, u otro tipo de rocas que contengan alto contenido de uranio o torio en su composición, exista el riesgo de tener una elevada proporción de radón en el aire que respiran sus habitantes.
El gas radón procede inmediatamente de la desintegración del radio (uno de los descendientes del uranio, o del torio), que es un elemento sólido. El radón tiene una vida media de unos 3,8 días hasta sufrir una desintegración que lo transforma en polonio, que también es sólido. Si el radón (gas) que inhalamos se encuentra en un momento próximo a su creación, este se exhala sin que produzca daños demasiado importantes en la mucosa del aparato respiratorio. Pero si el radón inhalado se encuentra al final de su vida, se desintegrará en el interior de los pulmones generando descendientes sólidos que quedarán depositados en la mucosa, bombardeando ésta con partículas alfa y beta durante mucho tiempo. Es decir, se convierte en una sustancia sólida y no puede salir del pulmón. Como el radón emana del terreno del interior del edificio, en todo momento hay átomos en el aire en cualquier fase de su periodo de semidesintegración.
A día de hoy se conoce muy bien los efectos producidos por la inhalación de gas radón, y en qué cantidades puede ser un factor de riesgo para los habitantes de un edificio. También sabemos cómo hay que actuar para evitar altas concentraciones de radón en un inmueble. Y sin discusión, en cuanto al gas radón existe unanimidad tanto en el mundo científico como en el gubernamental sobre niveles y efectos, tal y como demuestran las recomendaciones de las agencias de protección medioambiental de algunos países como Estados Unidos o el Reino Unido.
En España también el CSN (Consejo de Seguridad Nuclear) ha desarrollado folletos para explicar el problema, aunque sus campañas no incluyen anuncios en televisión, y claro, no han tenido tanta repercusión como ocurre con otras campañas gubernamentales tan necesarias para proteger la salud de la población, como en el caso del SIDA o las vacunas.
Aquí tenéis un plano de radiación natural Gamma editado por el CSN en el que podéis haceros una idea aproximada de qué áreas de nuestro país pueden tener mayor riesgo de emisión de gas

 radón en inmuebles procedente de la geología del lugar.
El volumen de radón depende no solo de la naturaleza de los suelos, también es importante cómo se ha construido el edificio (capacidad de ventilación, distancia al suelo, etc) y en qué lugar de éste se desarrolla la vida. No es lo mismo vivir en la tercera planta de un inmueble de apartamentos, donde el riesgo es casi imposible, que en una casa unifamiliar con una, o dos plantas, donde puede haber mayor riesgo, sobre todo si la casa tiene sótano.
Cada casa es un mundo, por lo que la mejor forma de salir de dudas pasaría siempre por realizar una medición, bien por un equipo de expertos o por uno mismo. Ya existen aparatos de medición para el gas radón muy efectivos. En la tienda de Geosanix hemos incorporado uno de los últimos medidores de gas radón con el fin de facilitar la tarea a aquellos que prefieren llevar a cabo una monitorización continuada del radón en su hogar de manera fiable e independiente, sin tener que recurrir a expertos o laboratorios para hacer una sola medición.

fuente: http://www.saludgeoambiental.org/

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