La ausencia del campo magnético de la Tierra puede provocar que los astronautas desarrollen trastornos mentales durante los vuelos espaciales lejanos a la Tierra, como en el caso de futuras expediciones a Marte, esto es lo que nos dicen científicos rusos del Instituto de Investigación de Biología y Biofísica de la Universidad estatal de Tomsk, y del Instituto para Problemas Biomédicos de la Academia de Ciencias de Rusia, como conclusión a los experimentos que han realizado para estudiar lo que sucede cuando se carece del campo magnético terrestre, o éste es débil.
Los experimentos, realizados con ratas, mostraron que los animales perdieron habilidades sociales, tenían problemas con la memoria y experimentaron
cambios en sus órganos internos.
Natalya Krivova, directora del Instituto de Biología y Biofísica, y Kirill Trukhanov, investigador en jefe del Instituto para Problemas Biomédicos, explican que el campo magnético terrestre influye en todos los organismos vivos del planeta.
Para el estudio, los científicos construyeron un espacio donde el campo magnético terrestre fue reducido a una milésima de su fuerza, donde vivieron 12 ratas durante un periodo de 25 días.
En sus primeras observaciones, los científicos notaron una agresión creciente entre las ratas, éstas establecen su jerarquía dentro del grupo a través de luchas, sin embargo “al quedar privadas del campo magnético terrestre olvidaron cómo hacerlo y perdieron sus habilidades sociales”.
También observaron fallos de memoria en los roedores, olvidaban su entorno habitual, los ratones comenzaban a examinar el ambiente de nueva cuenta como si nunca hubiesen estado allí antes.
La intensidad del campo magnético de la Tierra es cientos de veces más fuerte que los de Marte o Mercurio, protege a todas las criaturas vivas en la superficie del planeta del viento solar y del flujo de partículas procedentes del Sol, y por lo que además se desprende del estudio, también es necesario para el buen funcionamiento de nuestros procesos biológicos y cognitivos.
Las naves espaciales en órbita a la Tierra viajan a altitudes relativamente bajas, donde el campo geomagnético se encuentra reducido aproximadamente un 20 por ciento respecto a la superficie de la Tierra, pero los astronautas en expediciones interplanetarias tendrían que vivir con la ausencia de campo magnético terrestre durante periodos muy largos de meses o años.
Y no solo en el espacio podemos encontrar un descenso de la densidad del flujo del campo magnético terrestre, las estructuras ferromagnéticas utilizadas en la edificación (vigas, pilares, mallazos) generan interferencias en el campo geomagnético, pudiendo aumentar o disminuir drásticamente su intensidad con variaciones de decenas de miles de nT (nanoteslas) sobre la constante del lugar, constante que en nuestro país se encuentra entre los 32.000 y los 35.000 nT aproximadamente a nivel de la superficie terrestre. También pueden crear anomalías como la inversión de la polaridad del campo, e incluso reducir su densidad de flujo a cero nT, lo que implica la ausencia de actividad del campo geomagnético en ése lugar del mundo. Estos acontecimientos se puede observar con un simple geomagnetómetro de mano.
En el transcurso de nuestro trabajo encontramos personas que descansan con sus cuerpos expuestos a variaciones geomagnéticas de este tipo, personas que duermen con una parte importante de su cuerpo en ausencia de la densidad suficiente del campo magnético terrestre, y al mismo tiempo pueden tener la cabeza o cualquier otra parte del cuerpo orientados magnéticamente al oeste, al sur, al norte, … En esos casos encontramos que después de un tiempo conviviendo con estas características del campo geomagnético comienzan a sufrir diferentes trastornos que se parecen demasiado a los descritos en las ratas expuestas a campo cero, o muy débil, del experimento realizado por los científicos del Instituto de investigación Biología y Biofísica de la Universidad estatal Tomsk (Rusia), y el Instituto para problemas Biomédicos de la Academia de Ciencias de Rusia.
En todos los casos ha bastado con cambiar la ubicación de las camas de estas personas para encontrar una rápida y progresiva mejoría en su estado mental y físico, recobrando la normalidad en sus vidas sin necesidad de otras terapias.
El campo geomagnético es como un nutriente más en nuestras necesidades bioenergéticas diarias, como lo son el aire, el agua, o la comida. Sin campo geomagnético parece que no hay actividad bioeléctrica suficiente para mantener nuestro soporte vital y cognitivo en plena forma.
fuente: http://www.vivoenunlugarsano.com/
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